sábado, 6 de junio de 2009

¿Qué pasa con Vega Baja de Toledo?

En las ciudades existen esencialmente dos tipos de espacios no construidos. Están aquellos que están perfectamente planificados e integrados en la trama urbana como los parques y las vías de comunicación, y están aquellos que pueden considerarse más como “vacíos urbanos”, y que son aquellos espacios de la ciudad que están a la espera de su urbanización y que se encuentran muy a menudo acotados por otras construcciones. Así los “solares” son espacios no construidos, vacíos, que algún día lo serán. Estos lugares permanecen en esta situación temporal durante más o menos tiempo. Las razones de su “estado” vacío son muchas y pueden ir desde la reserva consciente para aprovecharse de la especulación, o, lo contrario, les puede ocurrir que los “dueños” hayan dejado pasar la oportunidad para ganar dinero y el lugar no se halla revalorizado como se esperaba.

En el caso de Toledo, uno de los lugares más paradigmáticos de este tipo es la Vega Baja. ¿Qué es este espacio no construido de la ciudad?: un inmenso solar no “explotado” aún, o, un espacio con vocación de articulador de la ciudad con una especificidad concreta, nacida de la historia y del valor del paisaje, que le da un valor tan alto que sobrepasa los cánones mercantiles y que adquiere demasiado valor para ser destinado a ser receptáculo de una urbanización de tipo clásico, es decir, para ser construido.

Los espacios vacíos son, en general, efímeros ya que esperan, más o menos tiempo, a ser llenados y construidos. Sin embargo, el espacio de la Vega Baja, su vacío, su ausencia de integración en la macización de la ciudad, existe desde hace mucho tiempo, casi desde los tiempos alto medievales. Esta situación tan específica que dura tantos siglos tiene que hacer reflexionar. Parece que, tímidamente, sólo la Fábrica de Armas se atrevió a ocupar una parte de este lugar y luego ya en la segunda mitad del siglo pasado, sin muchos miramientos, se construyó en San Pedro el Verde. ¿Fue una “maldición” lo que impidió la disponibilidad de los terrenos? ¿Fue falta de voluntad o una cierta conciencia colectiva que presumía que ese lugar es especial y está destinado a ocupar un lugar diferente en la trama urbana porque su lugar, su vacío, su ausencia de volúmenes, está legitimado por su contribución al paisaje global de Toledo, además de esconder restos materiales del pasado que en su mayoría ya han desaparecido pero que se sabe que estuvieron allí? Parece que la Vega Baja es un sitio, de historia y paisaje, que merece una reflexión y un tratamiento muy especial.

Recientemente he leído unas declaraciones del Alcalde de Toledo, el Sr. García-Page, en las que venía a decir que en la intervención futura en la Vega Baja no va a admitir influencias de la Plataforma X Toledo y de la UNESCO. Probablemente yo estoy equivocado, pero me da la sensación que sus palabras revelan dos hechos. El primero es que el Sr. Alcalde ya tiene una idea concreta de “urbanización” de Vega Baja, y si es así, debería de manifestarla claramente, y en segundo lugar que no demuestra mucha estima por esas organizaciones mencionadas y, sobre todo, no muestra mucha estima, en este caso, por el diálogo y el trabajo realizado en base al consenso social. Además, incluso si el Sr. Alcalde estima que sus ideas sobre este asunto se identifican e interpretan el sentir de la mayoría de los toledanos, lo cual es posible, no puede olvidar, el Sr. García-Page, que la ciudad de Toledo es Patrimonio de la Humanidad con el amparo de la UNESCO que es una organización de las Naciones Unidas (ONU) a la que pertenece el Reino de España y que se encarga por velar a nivel mundial de la Educación y de la Cultura. En este sentido Toledo, y la Vega Baja, no pertenecen exclusivamente a los toledanos y, por delegación a su alcalde, ya que pertenece a la humanidad.

Por lo tanto toda actuación sensible con la condición de Toledo como Ciudad perteneciente al Patrimonio Mundial debe de ser consensuada con el tejido local de la ciudad, pero también con los órganos internacionales encargados de velar por la conservación del Patrimonio cultural y de traspasarlo en las mejores condiciones futuras a las próximas generaciones.

En la legislatura anterior, el actual Concejal de Movilidad y entonces concejal en la oposición, D. Rafael Perezagua, defendiendo las mismas tesis que el anterior alcalde de Toledo, el Sr. Molina, llegó a mantener que, en el “asunto Vega Baja”, no iban a venir los de fuera a decir lo que tenían que hacer los toledanos. Más tarde, el Gobierno Central y el Gobierno Regional, atendiendo los informes de UNESCO, paralizaron la operación de construcción de viviendas en la Vega Baja, tal vez porque entendieron que una actuación en un lugar tan especial requiere un trabajo muy consensuado entre personas e instituciones de nivel local, regional, nacional y mundial por la categoría que corresponde a Toledo, como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Los planteamientos del Sr. Alcalde y de su Concejal son similares, antes y ahora: se olvidan de que Toledo pertenece a una categoría especial de ciudades en el mundo: la de aquellas que son Patrimonio de todos, de toda la humanidad, presente y futura. Las grandes decisiones sobre Toledo transcienden del ámbito local y adquieren categoría mundial. Les guste o no, es preciso tener en cuenta a las instituciones interesadas en el diseño de la ciudad, en especial a la UNESCO.

Vengo defendiendo desde hace tiempo que el planteamiento y planeamiento de futuro de la ciudad de Toledo, no puede obedecer a impulsos concretos, que se necesita elaborar un Plan Estratégico de Ciudad en el que la sostenibilidad y el ambientalismo sean ejes mayores. No debe de ser despreciable soñar con que Vega Baja se transmute en ese espacio esencial de la ciudad que ponga en valor la historia y el paisaje urbano. Se puede soñar en que el consenso social elabore un proyecto en el que Vega Baja sea un eslabón específico y fundamental en el sistema urbano de Toledo que ponga de relieve un desarrollo basado en la reconfiguración ecológica asentada en corredores ecológicos y en catalizadores urbanos que articulen los distintos barrios. La Vega Baja y su relación con el río, con la historia y con el paisaje puede muy bien ser un nodo fundamental de articulación de una ciudad basada en un modelo de cultura y de sostenibilidad ecológica. Al fin y al cabo la ciudad de Toledo es un ejemplo cultural de la producción humana a lo largo del tiempo que ha sabido conservar tesoros del pasado que es preciso transferir al futuro.