sábado, 9 de enero de 2010

Promesas, promesas... en Toledo

En estos días de nuevas promesas para el año nuevo, lógicamente, los rectores políticos de la ciudad se han apresurado a presentar nuevas iniciativas. Ni más ni menos que, como dice algún titular de periódico, “cincuenta y ocho nuevos proyectos que van a dar otra vuelta de tuerca a la ciudad”.

¿Es así realmente? ¿Son nuevos proyectos? ¿Hacen de la ciudad un espacio de convivencia más integrado? ¿Fomentan estos proyectos la sostenibilidad y contribuyen a colaborar en la lucha contra el cambio climático? Es, en la línea del desarrollo sostenible, de la minimización de los impactos nocivos para la ecología, dónde deberían de moverse los planes de los gobiernos, en los que entran por supuesto los gobiernos locales como el de Toledo. Pero, en lo prometido, o nuevamente prometido, no se aprecia un interés de defensa del entorno en el que habitamos y vivimos, y de cuya calidad depende la propia calidad de vida de los habitantes actuales de la ciudad, pero, sobre todo, de los futuros vecinos.

Hay fuertes indicios que apuntan a que el gobierno local no apuesta por la sostenibilidad. Pedir, por ejemplo, que la autovía de Madrid tenga tres carriles hasta Toledo, es fomentar el transporte individual, en coche, con lo que se está induciendo el aumento de consumo de CO2 que perjudica gravemente a la salud (del planeta entero). Tal vez sería más razonable que, desde el gobierno municipal, se promoviera el uso de transportes poco contaminantes, como los trenes de cercanías, que además pudieran articular el conjunto de la Comarca de la Sagra con sus dos polos de referencia: Madrid y Toledo.

Por otro lado, a nivel interno de ciudad, no hacer nada de verdad para crear calzadas verdes específicas para las bicicletas, como medio de transporte saludable y no contaminante, es un despropósito en el mundo actual. Fijémonos en ciudades cercanas, como Fuenlabrada, dónde las vías para bicis, recorren el entramado urbano y permiten, sin peligro, que los ciudadanos se desplacen en bici. Sin embargo aquí se nos habla, por ejemplo, de un corredor verde que une el Polígono con la ciudad y, realmente, no son más que los caminos ya existentes, con el barro correspondiente en invierno y el polvo en verano. Es improbable implantarlo en el Casco, por supuesto, pero ¡está el resto de la ciudad para hacerlo!

Cómo proyectos estrella se vuelve a utilizar proyectos o realizaciones nacidas en le pasado.

Vuelve a hablarse del tranvía, entre el Polígono y Safont. Aquí no se entiende como no se hacen estudios comparativos con otros medios, tan estructurantes y tan poco contaminantes y mucho más baratos. De entrada, el tranvía costaría unos 150 millones de euros. Divídase esa cantidad entre el número de habitantes de la ciudad, para ver lo que tocaría a cada uno y nos daríamos cuenta realmente de lo caro que resulta ese proyecto con una rentabilidad social muy dudosa.

No se entiende tampoco que se ligue este tema con la reestructuración del transporte público en la ciudad para el año 2014. ¿Por qué esperar tanto? Además se dice que se van a establecer mesas de trabajo para determinar el modelo de ciudad. ¡Otra vez! ¿Cuántas veces se va a vender la participación como instrumento de creación de un modelo de ciudad? Empezando la casa por el tejado, se hizo un POM, que va menguando día a día, condicionado por un Plan de Infraestructuras sin participación; luego, cuando se tenía que haber hecho antes, se realiza un Plan Estratégico que acabará haciendo una empresa privada, sin foros reales de participación. ¿Y ahora se habla de mesas de trabajo? ¿Es esto creíble?

Se nos dice que este año se conocerá el modelo de gestión del Palacio de Congresos. ¡Por fin! Aunque, como he venido pidiendo desde el inicio de esta obra, el modelo debería de ser conocido desde el principio, lo que hubiera permitido, sin duda, trabajar en la captación de recursos para la construcción y para la gestión futura. Un modelo posible es la privatización. Sería algo antieconómico para el erario público; no hay que olvidar que se ha pagado con dinero público, es decir de todos, y una parte importante proveniente de fondos europeos, y no sería lógico entregarlo a la iniciativa privada con un coste mínimo para esta.

Se nos dice que este año va a ser más intenso en proyectos que el pasado. En el 2009, si ha habido actividad, ha sido gracias al conocido como “Plan Zapatero” que ha permitido hacer cosas sin gastar dinero propio de las arcas municipales, y sin embargo el Ayuntamiento ha o va a pedir otro crédito multimillonario. Desde aquí se desea que los proyectos, basados en esencia en el nuevo “Plan Zapatero” sean algo más respetuosos con el medio ambiente (desaparición de todos los árboles en el entorno del Alcázar) y más respetuosos con los restos del pasado (desprecio a los restos arqueológicos de Alfereces Provisionales).

Con tanto proyecto vendido y con tanto marketing de nuevos proyectos, muchas aceras siguen simplemente impracticables para los peatones: Toledo es la capital del parcheo. Y sin embargo se habla de “planes de detalles”.

Mucho plan y sin embargo los olores siguen martirizando a un buen número de vecinos. El erróneo tratamiento de residuos, las fábricas de piensos y los mataderos de turno, siguen provocando olores insufribles. Sería conveniente que los líderes políticos se plantearan estos “detalles” y no vendieran tanto humo.

Humo, muy caro, es vender dos pasarelas, una en el Polígono, que pocos van a utilizar, y otra cruzando la circunvalación para llegar a pocos sitios, cuando se debería de empezar a hablar de la integración de esta vía rápida en el entramado urbano, creando las condiciones para su transformación en bulevar que permitiría a Buenavista abrirse hacía el oeste, pero abrirse de una manera integrada y continua sin crear cicatrices y barreras urbanas como ocurre en la actualidad.

Utilizando el lema de Green Peace, en Toledo hay mucho político que habla y poco líder que actúa en defensa de un modelo ciudadano, integrado y sostenible, cuando la ciudad tiene todos los atributos para convertirse en un módelo de ciudad de tamaño medio ejemplar que combina respeto con el medio ambiente, con el patrimonio histórico y cultural y con la igualdad de condiciones para sus ciudadanos.