miércoles, 10 de marzo de 2010

DESARROLLO LOCAL EN LA COMARCA DE LA SAGRA

1.- INTRODUCCIÓN

Aunque también ocurre en otros y muy diversos territorios, en la zona centro peninsular, el fenómeno de la dispersión del hecho urbano por el territorio es hoy cuestión que alcanza dimensiones espectaculares. Cada vez con mayor intensidad, y especialmente en las zonas, pertenecientes a la región administrativa de Castilla-La Mancha, colindantes con la Región administrativa denominada Comunidad de Madrid, el suelo recibe equipamientos e infraestructuras que hacen avanzar los usos y comportamientos urbanos por ámbitos alejados de la ciudad central, desplazando otros usos menos rentables desde el punto de vista económico y alterando sustancialmente los comportamientos de los habitantes de esos nuevos lugares. Estas zonas son las comarcas de “La Sagra toledana” al sudoeste de Madrid y del “Corredor del Henares” al noreste.

El espacio físico que reconocemos como “ciudad” (en el sentido tradicional) constituye el “nicho ecológico” de la especie humana y, por consiguiente constituye el espacio social por excelencia, razón por la cual el asentamiento humano tiende a organizarse en “ciudad” para garantizar la evolución de la especie en tanto seres racionales. La referencia en este caso es claramente Madrid, entendido como el conjunto de la ciudad y su metrópoli.

De ese modo, el uso urbano del territorio se difunde y expande sin solución de continuidad, como hecho cultural consustancial a la vida humana. Tales desarrollos van de la mano de los avances en las comunicaciones (vehículos, infraestructuras e infoestructuras), que no hacen sino responder a nuevas demandas ciudadanas, que buscan mayor autonomía individual, una relativa inserción en la Naturaleza y una vida más lúdica y asocial. Este fenómeno claramente se identifica en las dos comarcas de Castilla-La Mancha citadas más arriba, y este trabajo concretamente se centrara en el estudio de la primera, es decir de la comarca toledana de La Sagra.

El fenómeno de urbanización y desarrollo industrial que se produce en este último territorio, no presenta características únicas y especiales que le pudieran alejar de una teoría general y por lo tanto puede ser estudiado desde una perspectiva general que se refiere a todos los estudios sobre los procesos genéricos de urbanización y de ocupación del territorio. Pero también presenta características propias que es preciso destacar para comprender específicamente lo que ocurre en este territorio con la convicción de que esto permitirá abrir posibilidades que permitan ordenar el crecimiento que se produce con la intención de evitar errores de planeamiento que resulten negativos para el propio desarrollo de los contingentes humanos.
Los estudios del fenómeno de difusión de lo urbano en el campo permiten avanzar que la dicotomía ciudad-campo es obsoleta y que el proceso de urbanización del campo, proseguirá su curso al menos en las próximas décadas. Por tanto, se plantean nuevas reflexiones para profundizar en los problemas que la actual situación de incertidumbre acarrea.

Se pretende avanzar en los conceptos, señalando como la terminología utilizada hasta ahora es diversa y confusa: desde urbanización del campo, urbanización difusa, “sprawl urbano”, “villatópolis”, hasta el más difundido “ciudad difusa”. En ese sentido, parece que el concepto de “ciudad difusa” es un término contradictorio para describir un fenómeno específico de organización clara y sistemática del espacio. La comarca de La Sagra se caracteriza por ser un espacio aparentemente cada vez mejor organizado en el que se contraponen y conjugan los elementos de la difusión (baja intensidad, baja densidad, solución de continuidad) con los de la ciudad compacta (dotación de servicios urbanos y metropolitanos, intensidad de relaciones, uso “urbano” del espacio territorial), definiendo nuevos ámbitos cuyas características tienden a homogeneizarse y a tomar carta de naturaleza intermediando cada vez más en las relaciones sociales.

El concepto de “ciudad difusa” no consiste sólo en la evolución lineal de la urbanización por el campo. Por el contrario, la forma social emergente se da merced a una serie de condiciones particulares de estructura económica, de tipología residencial, de emigraciones de la ciudad, etc., con un importante componente de autoorganización. El hecho de que, en un periodo más reciente, haya habido una cierta densificación a lo largo de las arterias que configuran la “ciudad difusa” de La Sagra no sólo no contradice el presupuesto interpretativo sino que lo refuerza: la ciudad es un sitio de continuas transformaciones, de una funcionalidad continuamente renovada del espacio, con una creciente dotación de servicios, y es precisamente a lo largo de esas arterias principales donde el fenómeno se condensa.

Un aspecto que aún tiende a confirmar más la hipótesis interpretativa es el desarrollo de fenómenos de especialización funcional y social del espacio. La movilidad, la automovilidad, se haya en la raíz de la difusión de los usos urbanos por el territorio y, con ellos, de los escenarios físicos urbanizados que los acogen. Las nuevas autovías acercan y aproximan los espacios funcionales fuertemente especializados y los presentan en un balance de tiempo (la distancia no importa) accesible para nuestros comportamientos cotidianos, de forma que las personas pueden utilizar cada día diversos de esos espacios físicamente distantes, tal como antes lo hacían en el marco más constreñido de la ciudad compacta, cuando los desplazamientos se realizaban caminando.

Tales procesos comportan, además, cambios sustanciales en la escala de la ordenación del territorio y de la planificación física de las ciudades, de sus equipamientos e infraestructuras, en un contexto en el que el municipio y su gobierno han sido superados funcionalmente, sin que todavía aparezcan nuevas formas eficaces de gobiernos subregional o supralocal. Gobernar la “ciudad difusa” es un nuevo reto para nuestras estructuras administrativas y políticas todavía no suficientemente planteado.

Entre otras cosas, este trabajo busca apuntar posibles soluciones que permitan “gobernar” y gestionar mejor un territorio de estas características. Son estas últimas y no la propia ubicación física lo que obliga a buscar nuevas formas de organización, ya que estas características determinan que, La Sagra, además de estar formado por un conjunto de municipios, de pertenecer a una provincia determinada, la de Toledo, y a una región administrativa concreta, Castilla-La Mancha, debe de poner en relación su crecimiento que no es puramente endógeno con el “causante principal” de dicho crecimiento y que no es otro que la Región Económica de la Zona Centro de la que forma parte indisolublemente.

Las características de esta “ciudad difusa” o “Ciudad de ciudades”, en palabras de Alejandro Pompa, alcalde de Carranque, uno de los municipios que componen este conglomerado “urbano”, se aprecian notablemente en La Comarca de La Sagra, en especial La Sagra Alta, territorio utilizado preferentemente por la expansión económica, industrial, urbana y poblacional de la Zona Centro peninsular. Parece difícil comprender lo que ocurre en La Sagra, sin analizar los efectos que provoca en ella la Región Económica del Centro Penínsular.

2.- LA INFLUENCIA DE LA MULTIRREGIÓN FUNCIONAL DE MADRID.

A Francesco Indovina, investigador de la Universidad de Venecia, le parece que “el territorio es el resultado del continuo ajuste de la organización del espacio a las prácticas económicas y sociales, así como a las formas y a las voluntades políticas de las distintas fases históricas”. Tomando este concepción de territorio antropizado y adaptado a las necesidades económicas y sociales, observamos que, como todo territorio, el espacio sagreño se transforma y se reorganiza en función sobre todo de los efectos difusores metropolitanos de la ciudad principal, es decir de Madrid, entendida no en su extensión nominal del municipio de Madrid, sino en toda la extensión de lo que conocemos como metrópoli madrileña.

Hace ya bastante tiempo que la región funcional madrileña desbordó los límites de la homónima comunidad autónoma.

Sin embargo, en general y esto también afectó a La Sagra, los espacios rurales se vieron afectados durante buena parte del siglo XX por procesos de desindustrialización, que redujeron de forma constante su participación relativa dentro del conjunto. En el periodo conocido como fordista, la gran empresa y la gran fábrica encontraron en la gran ciudad su localización más ventajosa al contar con buenas infraestructuras de comunicación, provisión de todo tipo de servicios, o amplios mercados de consumo y trabajo. Por contra, muchas empresas tradicionales implantadas localmente en La Sagra, como en otras áreas entonces rurales, se enfrentaron con crecientes dificultades para competir en mercados cada vez más abiertos.

Aún así, si nos remontamos a la época de la planificación económica, en los años sesenta del pasado siglo, bajo la dictadura franquista, ya entonces se había planificado y delimitado una región funcional en el centro de la península, con el fin de reequilibrar el territorio, frenando la inmigración rural directamente a Madrid, intentando recolocar los efectivos de esa inmigración en las provincias limítrofes. Se crearon los Polígonos de Descongestión de Madrid en Aranda de Duero, Guadalajara, Alcázar de San Juan, Manzanares y Toledo, precisamente con la intención de orientar geográficamente los flujos de población y económicos. La concepción de estos polígonos obedecía a una concepción fordiana del espacio que especializaba los terrenos es espacios diferenciados para la industria y para los “obreros” que tenían que trabajar en ellos.

La crisis económica de la primera mitad de los años setenta del siglo XX, conocida como la “crisis del petróleo”, y la consiguiente reestructuración económica que conduce hacía el actual modelo de globalización, unida a la falta de concertación con las fuerzas económicas, dejaron estos diseños en actuaciones bastante más débiles de lo que estaba previsto.

Sin embargo, otras fuerzas, circunstancias y avances tecnológicos entraban en juego.
Desde los años ochenta, la revolución en las tecnologías de la información y la comunicación, que propició la formación de un espacio de redes, junto a la globalización de la economía, se vieron acompañadas por nuevas formas de organización industrial denominadas postfordistas o de producción flexible. Uno de los cambios asociados a esta nueva fase ha sido la dinamización industrial de algunas áreas rurales, en especial aquellas cercanas al gran polo dinamizador de Madrid.

En estas áreas se superponen dos tipos de procesos complementarios. Unas veces se trata de empresas que abandonan las ciudades por sus mayores costes y se relocalizan en áreas periurbanas o rurales bien comunicadas, donde pueden disponer de suelo barato, mano de obra poco organizada y menores impuestos, a veces complementados por ayudas públicas a la instalación. Pero en bastantes áreas también se aprecia hoy el surgimiento de pequeñas empresas nacidas a partir de iniciativas locales, que aprovechan recursos también endógenos (materias primas agrarias, ahorros familiares, saber hacer por tradición artesanal, excedentes laborales…) para fabricar productos que compiten con los de la industria urbana, bien por su menor coste, o por su calidad y diferenciación: desde muebles a ropa, calzado y artículos de piel, productos de alimentación, etcétera. Los ejemplos de mayor éxito parecen relacionarse con la construcción de sistemas productivos locales en los que las empresas mantienen fuertes relaciones y en donde se realizan esfuerzos para innovar y mejorar así los procesos de producción, la calidad y gama de los productos, su identificación en el mercado, la gestión de la propia empresa, etcétera. Los dos casos son aplicables a la comarca de La Sagra, donde se entrecruzan estos fenómenos, es decir encontramos un proceso de instalación de empresas que se localizan en la comarca por las ventajas que en ella encuentran y a su vez un sistema productivo local incipiente (muebles, material de construcción), da soporte al crecimiento industrial.

Un ejemplo claro de este fenómeno cruzado es el núcleo industrial de Illescas, cabecera comarcal de la Sagra e integrado ya en la franja periurbana que recibe una influencia directa de la aglomeración metropolitana madrileña, a la que se suma el denominado efecto frontera por recibir ayudas de la Unión Europea por encontrarse en la región administrativa de Castilla-La Mancha, Región de Objetivo 1 hasta 2006, y ahora, desde 2007, denominada Región de Convergencia. Esto atrajo cierto número de implantaciones en los últimos años, que se suman a una base tradicional de empresas locales en el sector del mueble. Entre las de procedencia exterior que mejor identifican su actual carácter de periferia metropolitana, pueden mencionarse el caso de Airbus (Construcciones Aeronáuticas), que instaló aquí su fábrica de composites sin desmantelar por ello sus instalaciones en el municipio madrileño de Getafe, o los nuevos polígonos junto a la autovía de Toledo, que cuentan con grandes naves logísticas para el almacenamiento y la distribución.

Con los nuevos cambios de la era postfordiana, la constatación de que Madrid tenía una gran capacidad de atracción poblacional y económico muy importante se confirma constantemente y se acentúa: la población y la economía de Madrid y las de las provincias limítrofes siguen creciendo, aunque a ritmos e intensidad diferentes, incluso aunque el modelo administrativo-político haya cambiado sustancialmente desde la creación del Estado de las Autonomías. A pesar de que el fenómeno se desarrolla sobre dos regiones administrativas diferentes, las comunidades autónomas de Madrid y Castilla-La Mancha, eso no impide que se afirme un territorio supra-regional que se asienta sobre nuevas estructuras territoriales y que es atravesado por una densa red de flujos. Visualmente se ha definido a esta zona como la “mariposa de Madrid”, cuyo cuerpo ocuparía la metrópoli madrileña y las alas se extenderían por el corredor del Henares en la provincia de Guadalajara y por La Sagra toledana. Tal vez se puede hablar de una región urbana y económica que desde Madrid se extiende hacía el noreste hasta Guadalajara a 55 Km. y por el sudoeste hasta Toledo, a 80 Km. del centro madrileño.

Aquí nos toca hablar de ese ala de la mariposa que ocupa el noreste de la provincia de Toledo, es decir la comarca de La Sagra, aunque el territorio del río Henares merece otro estudio y tal vez lo más interesante sería un estudio conjunto y comparativo del comportamiento de los dos territorios castellano-manchegos tan ligados al centro madrileño. Previamente es preciso recordar que los procesos de desarrollo madrileño han especializado el territorio de la provincia madrileña, hoy comunidad autónoma uniprovincial, situado al norte en productor de un tipo de urbanización residencial ligado a la segunda residencia por encontrarse en esta zona la Sierra del Guadarrama y sus contrafuertes, lo que dificulta la instalación industrial ya que el valor del suelo adquiere proporciones abordables por el uso residencial pero no el industrial. En los últimos veinte años, los ejes de las carreteras nacionales, prontamente transformadas en autovías, las Nacionales VI y I, han servido para la instalación de empresas de actividad terciaria de gran importancia.

En este sentido podemos decir que la franja del territorio de la Comunidad de Madrid que discurre sobre y en paralelo a la sierra de Madrid ha sido pronto vetada a la expansión industrial, en el sentido del sector secundario, y de los pobladores con escaso poder adquisitivo. En definitiva la expansión industrial, el sector económico “secundario”, y urbanizadora de Madrid se extiende intensamente hacía el Sur, ocupando primero los territorios vacíos de la propia comunidad pero incluso “saltando”, antes de colmatar esos territorios, a los municipios contiguos de la Comunidad de Castilla-La Mancha, por razones ligadas al menor coste de instalación.

Cómo en otros casos, la expansión de los procesos económicos hacia la Sagra inicialmente se ha apoyado en el tradicional trazado axial de carreteras, y ferrocarriles, pero desde mediados de los años noventa y en lo que va de siglo XXI, el espectacular desarrollo de las vías de acceso rodado a la Comunidad de Madrid, caracterizadas por autovias, autopistas radiales y cinturones orbitales, facilitan el acceso a la comarca toledana, igual que a la citada anteriormente comarca del Henares y a otra zona en fuerte expansión que se sitúa en la “Mesa de Ocaña”. Ese fácil acceso favorece la ubicación y localización en estas comarcas de actividades industriales nuevas o remitidas desde el centro económico madrileño.

En La Sagra es la carretera Nacional 401, ahora denominada A-42, desdoblada en autovía en 1990-91, tal vez tardíamente, la que ha soportado y servido de base a la expansión industrial y la posterior ocupación poblacional. Recientemente viene a apoyar esa función la autopista AP-41 que une las orbitales madrileñas M-40, M-45 y M-50 con la ciudad de Toledo.

Parece deducirse que en lo que se refiere a comunicación rodada, las administraciones han decido con firmeza reforzar la fluidez de las comunicaciones entre la región madrileña y todo el territorio de La Sagra, mediante el apoyo de la autopista mencionada. No obstante gran parte de los habitantes de La comarca de La Sagra Alta que es, por proximidad a Madrid, la que crece de manera espectacular, localizan su vivienda por encima de esta autopista, es decir en un territorio situado al norte del nuevo trazado viario en dirección a Madrid. Para estos la autovía A-42 es la única alternativa para realizar los movimientos pendulares que llevan a muchos de ellos a trabajar en Madrid, dándose el caso de que en sentido contrario, muchos residentes de Madrid, hacen lo mismo. El colapso de esta vía es inminente, teniendo en cuenta además de que transportes alternativos y colectivos como los trenes de cercanías, o se suprimieron en los años 80, como es el caso de la línea Madrid – Algodor – Toledo, o nunca se han desarrollado como lo demanda enormemente la creciente movilidad actual.

Si la expansión industrial y urbanizadora alcanza y se instala fuertemente en La Sagra, en especial en la comarca de La Sagra alta, es también porque la región económica del centro peninsular ha alcanzado un alto nivel de desarrollo puesto que es una de las más productivas y densas áreas metropolitanas europeas y por lo tanto en esencia es un gran mercado con capacidad de crecimiento, diversificación y especialización, además de ser un excelente escenario de la creación de innovadoras prácticas empresariales.

Las iniciativas empresariales vienen marcadas o “direccionadas” por procesos exitosos de segmentación productiva y del mercado del trabajo dónde se acomoda la reestructuración territorial acorde con las exigencias de la demanda de los agentes económicos que encuentran en La Sagra respuesta a esas exigencias o necesidades mediante peculiares ofertas. Estas actividades, demandas y ofertas, en definitiva actividad económica, hace ya tiempo que se han instalado en La Sagra toledana traspasando los límites de la antes provincia y hoy Comunidad de Madrid.

En efecto, La Sagra ofrece territorios muy cercanos a la región madrileña, bien comunicados y muy accesibles, con precio de suelo y de productos inmobiliarios competitivos. Pero además, estos territorios presentan una población residente, unos recursos humanos, con bastante experiencia en actividades fabriles y en relaciones comerciales, en particular, con la región metropolitana. A esta población se suma la incorporación de contingentes inmigrantes. También es fundamental la aportación de capitales que proceden mayoritariamente de la comunidad madrileña. Además, la oportunidad territorial de La Sagra ha venido reforzándose con las ayudas financieras recibidas desde instancias europeas por tener el conjunto de la región a la que pertenece, Castilla-La Mancha, una renta “per cápita” inferior a la media de la Unión Europea. Esto último sólo sera valido hasta 2013.

La interpretación más común sobre el dinamismo y continuidad territorial en el singular proceso de La Sagra es la del “efecto frontera” que explica la instalación industrial en estas tierras por el componente diferencial en los costes empresariales en relación a los que se encuentran en la Comunidad de Madrid. Esta sería la causa principal para la creación de empresas o el simple traslado a la comarca de La Sagra de empresas procedentes principalmente de Madrid. Este “efecto frontera” es difícil de negar, sin embargo presentarlo como la única causa es, como poco, una visión reduccionista y proclive a señalar actividades cercanas a la práctica del dumping por parte de las autoridades de Castilla-La Mancha que serían las promotoras de un acogimiento especial para las nuevas empresas y para las que se trasladan a esta comarca.

Sin embargo aparece como causa principal, la ubicación, la localización y no tanto las ventajas administrativas, puesto que el dinamismo industrial se basa fundamentalmente en la conformación de un modelo territorial vinculado al desarrollo industrial de carácter axial, puesto que se ha comprobado como, desde el inicio del fenómeno de forma masiva en los últimos decenios, el porcentaje de inversión en nuevas industrias se ha concentrado en los municipios situados en el eje que comunica Madrid con la ciudad de Toledo, es decir a lo largo de la autovía A-41.

Sin embargo, y tal vez como continuidad del fenómeno o segunda fase del mismo, el desarrollo, impulsado claramente por el efecto difusor de la región metropolitana de Madrid, se refuerza con la incorporación al proceso industrializador de nuevos municipios, alejados del eje principal. Aquí es preciso detenerse en la actividad que como eje de transporte está “sufriendo” la carretera que une Carranque con Seseña, que actúa como eje transversal de unión al servicio de las relaciones transversales de La Sagra Alta. Se emplea el verbo sufrir especialmente porque esta carretera, convertida en columna vertebral de esta subcomarca, siendo una vía de simple calzada tradicional, soporta unos enormes tráficos que la dejan muy cerca del colapso diariamente.

El desdoblamiento de este eje de transporte rodado aparece ya como absolutamente necesario ya que, con la próxima aparición de la nueva autovía de La Sagra, no se mitigará el uso intensivo de esta carretera puesto que las dotaciones representativas del desarrollo, viviendas e industrias, se han colocado a lo largo de este eje, produciendo unos intensos movimientos internos a lo largo del mismo.

Por otro lado, la base económica tradicional, el incipiente sistema productivo local, se está transformando con el contacto producido por la llegada de nuevas actividades, vinculadas a procesos que continúan la descentralización productiva y el consiguiente desarrollo de funciones de almacenaje, comercialización y distribución que cada vez necesitan más las empresas. Por lo tanto aparece una nueva estructuración del territorio que hay que tener muy en cuenta en el momento de ordenar los flujos físicos que se producen a lo largo y ancho de la comarca, es decir a la hora de establecer las infraestructuras que soportaran esos flujos. Si antes, como hemos visto más arriba, la geografía del desarrollo urbano e industrial se producía principalmente a lo largo de la autovía Madrid – Toledo, una segunda fase indica el paso de la estructura de eje a la de red, es decir se pasa de la difusión a lo largo de un eje, a la difusión en red sobre el territorio, una vez que se incorporan ejes secundarios paralelos y transversales al eje básico y tradicional.

3.- LA SAGRA, ENTRE DOS COMUNIDADES, ENTRE DOS OPORTUNIDADES: MADRID Y CASTILLA-LA MANCHA.

Como hemos indicado, el fenómeno industrializar y urbanizador transciende las fronteras administrativas de la Comunidad de Madrid y se esparce por la comarca de La Sagra, y en especial con gran intensidad en el territorio de La Sagra Alta. Esta subcomarca actúa de bisagra entre las dos comunidades autónomas limítrofes. Es interesante retratar las diferencias entre estas dos realidades administrativas, para “localizar” en un plano descriptivo económico el lugar dónde se produce el encuentro, en tierras sagreñas.

Los territorios pueden tener la capacidad para ser protagonistas en la orientación de su desarrollo y economía, teniendo en cuenta que es en ellos donde se producen los cambios económicos, sociales y territoriales que se originan en procesos globales pero también en procesos locales, puesto que existe una continua interacción entre estos dos planos en los que se mueven las actividades económicas y sus efectos, es decir se produce una continua retroalimentación entre la realidad global y la realidad local. En territorios como La Sagra dónde los procesos son eminentemente complejos por la interacción continua y dinámica de lo global y lo local, enfoques excesivamente globales, pensados desde una realidad geográfica y administrativa más amplia, pueden originar tomas de decisiones no adecuadas a las necesidades reales del territorio. Pero también aproximaciones a la realidad excesivamente localistas determinan que la suma de toma de decisiones no necesariamente encuentren las complementariedades necesarias, produciendo una ordenación excesivamente atomizada e independiente. La suma de estos dos enfoques, el global y el local, provoca relaciones subordinadas, lo local se subordina a lo regional, y dominantes, lo regional impone su determinación.

Por eso parece lógico una búsqueda de la complementariedad entre ambas realidades y entre los diferentes lugares, con el fin, sobre todo, de evitar el riesgo de una excesiva fragmentación del territorio con diferencias microterritoriales. Esa complementariedad se debe de buscar con fórmulas de cooperación entre los actores que actúan en el territorio: empresas, asociaciones, instituciones, municipios… con el fin de obtener beneficios para el conjunto, que se pudiera plasmar en una forma de gobierno en red, un gobierno más cercano a la realidad comarcal, en el que la acción administrativa se articula con la participación de la sociedad civil. Pero esta realidad comarcal tiene que tener también posibilidad de diálogo con la comunidad administrativa vecina, es decir Madrid, ya que el desarrollo de La Sagra no puede verse de ninguna manera aislado del foco principal y difusor del desarrollo regional.

La Sagra, y hoy por hoy, especialmente La Sagra Alta, es una realidad que necesita la búsqueda e instauración de redes de cooperación y fórmulas de gobernanza eficientes. Se necesitan fórmulas que permitan superar, en la toma de decisiones que afectan al conjunto, las realidades individualizadas de los municipios, pero que también tengan capacidad de actuación sobre un territorio peculiar sin las ataduras de una gobernabilidad atada a los imperativos de una región mucho más amplia. La Sagra parece necesitada de poder actuar como auténtica “bisagra” entre las dos regiones: Madrid y Castilla-La Mancha. Parece que para un territorio tan dinámico como este, se precisan fórmulas de actuación supramunicipales, subprovinciales y subregionales, lo que permite percibir que tal vez habría que dar una oportunidad de intervención en el territorio a la comarca propiamente dicha.

Pero, en lo básico, ¿Cuáles son esas comunidades o realidades regionales de las que La Sagra es “bisagra”?

4.- TAN CERCA Y TAN DISTANTES.

Las Comunidades Autónomas de Madrid y Castilla-La Mancha son dos realidades administrativas muy diferentes en casi todo, y en particular en lo que se refiere a su extensión, concentración demográfica, creación de riqueza, actividad económica, capacidad para la recepción de capitales extranjeros y cualificación y poder adquisitivo de sus habitantes. Madrid con el 1,6% del total del territorio nacional concentra a más del 13% de la población y en lo que se refiere a la riqueza creada en el país alcanza más del 17%. En contraste Castilla-La Mancha ocupa el 16% de la superficie estatal, pero cuenta con sólo el 4% de la población., rondando la cifra de su aportación al PIB nacional el 3%.

La población madrileña está fuertemente urbanizada y sólo un 6% de sus habitantes viven en municipios de menos de 10.000 habitantes, mientras que en Castilla-La Mancha la población rural representa aproximadamente el 50%. Es en La Sagra dónde el proceso de urbanización madrileña se difunde en el espacio rural de Castilla-La Mancha procediendo a su rápida transformación.

En general, en lo que se refiere a indicadores comparativos nacionales, Madrid supera habitualmente la media nacional, mientras que Castilla-La Mancha queda por debajo.

Los indicadores de la estructura económica reflejan bastante bien las diferencias entre ambas comunidades. En las dos comunidades son los servicios, el sector económico terciario, los causantes de la creación de riqueza. Sin embargo en Madrid el peso de este sector es mucho más acentuado, así que el peso relativo de la industria es bastante menor en la comunidad uniprovincial. Esto se aprecia muy bien cuando se comparan los niveles de productividad (VAB por ocupado) del sector industrial. Aún así, es preciso tener en cuenta que la industria madrileña está bastante más tecnificada y es más intensiva en capital, lo que provoca que el índice de productividad industrial esté en Madrid casi 40 puntos por encima del de Castilla-La Mancha. No es de extrañar que, en lo que se refiere a renta per cápita, la diferencia sea de más de 50 puntos, hecho también relacionado con la desproporción existente entre ambas comunidades en lo que se refiere a población que ha alcanzado estudios superiores. Además, de forma muy significativa, Madrid se diferencia de Castilla-La Mancha por la llegada de capitales extranjeros. Claro que esto es un fenómeno que afecta a todo la península, ya que Madrid recibe más del 40% de las inversiones extranjeras brutas invertidas en España. En contraste Castilla-La Mancha sólo recibió el 0,25%. Esta cifra revela por si sola el fuerte desequilibrio entre las dos economías y su diferente nivel de apertura internacional.

El tamaño de las dos regiones es también un hecho diferencial importante. Madrid es mucho menos extenso lo que permite actuar a las autoridades y a las fuerzas sociales dentro de una coherencia general. Sin embargo el tamaño de Castilla-La Mancha origina grandes diferencias intrarregionales que dificultan la gobernabilidad y la coherencia interna de la región. Para muchos, Castilla-La Mancha está lejos de configurar un todo económico, es decir está lejos de configurarse en región económica, participando sus muy diferenciadas comarcas en “otras regiones económicas” cuyos polos se encuentran fuera de las fronteras administrativas, como es el caso del hecho que se viene comentando en relación a Madrid, pero que también ocurre, por ejemplo, respecto a los focos económicos del Levante español.

Castilla-La Mancha, por historia, por su situación geográfica en la península ibérica, participa en diferentes escenarios económicos peninsulares, siendo probablemente en cada uno de ellos parte de cada una de las periferias económicas. Esto origina intereses y tensiones diferentes entre zonas o comarcas de la región, no pudiéndose centrar la atención prioritariamente en alguna zona, como es el caso de La Sagra, que muestra una fuerte particularidad.

En este sentido y teniendo en cuenta la diferencia de coherencia territorial entre las dos regiones parece lógico que el peso de la industria, su evolución en los últimos años y los instrumentos políticos que se utilizan para su promoción, así como el modelo territorial que le acompaña en cada una de las dos regiones sean muy opuestos. Sirva como muestra, el hecho de que mientras en la Comunidad de Madrid se plantean, desde una concepción de planificación territorial, y con el fin de obtener el máximo provecho de los recursos para dar coherencia al desarrollo, planes avanzados como el denominado “Plan RedSur” que, que con el fin de articular la llamada “Ciudad Sur” formada por el conjunto de municipios madrileños fronterizos con La Sagra, crea una nueva malla de carreteras de alta capacidad para facilitar las relaciones y flujos físicos allí dónde existen carencias pero dónde existe una gran demanda, en Castilla-La Mancha, en La Sagra, zona contigua a la anterior, apenas si se plantea el debate en círculos muy reducidos ante la comprobación de que el mallaje del territorio es allí también, una necesidad imperiosa muy unido a la calidad de vida que se puede ofrecer a los moradores y utilizadores de la zona.

El proyecto REDSUR es una malla de 81 kilómetros de nuevas carreteras que vertebran el sur de la Comunidad de Madrid. En total se trata de nueve carreteras y 15 enlaces, que benefician a 1'3 millones de madrileños y que afectan a 16 municipios. La Consejería de Transportes e Infraestructuras destina un total de 272 millones de euros para hacer realidad las nuevas carreteras.

Aunque el plan “RedSur” está ideado para dinamizar el sur de la Comunidad de Madrid, su impacto en la comarca de La Sagra será inevitable, orientando, de nuevo, las “economías” que no pueden o no quieren instalarse en el sur madrileño hacía la Sagra, dónde el acompañamiento de los nuevos flujos no va seguido de una creación efectiva de esa red de infraestructuras viarias que darían coherencia y estabilidad a un territorio cada vez más industrializado y urbanizado.

Un ejercicio de concertación en el territorio y de desarrollo armonioso a ambos lados de la “frontera” sería que esa red que se teje para apoyar el dinamismo de la Ciudad Sur de Madrid, tuviera continuidad y reflejo en la comarca sagreña, con el fin de evitar rupturas físicas y auténticas fronteras que dificultan las relaciones entre todo el conjunto. Esto probablemente evitaría o disminuiría las disparidades sectoriales que se detectan en los dos territorios. Se habla de dos territorios cuando en la realidad habría que tener muy en cuenta la génesis de ambos y su imbricación e interdependencia que, sin embargo, retrasos temporales en el acoplamiento y en la realización de las infraestructuras pueden ahondar una brecha industrial que ya se percibe claramente. Es cierto también que, al margen de la creación de las infraestructuras necesarias, los sectores industriales más tecnológicos o avanzados buscan acomodarse más cerca de la centralidad que es Madrid, rechazando actividades menos especializadas y de uso del suelo más extensivo hacia la periferia.

No obstante la aplicación en La Sagra de un sistema viario que, por un lado descongestione las vías actualmente muy utilizadas, como la autovía Madrid-Toledo o la carretera Carranque – Seseña, pero que a su vez genere una malla que sirva de soporte viario a los desplazamientos internos, es decir que favorezca los intercambios y los flujos intracomarcales, ayudaría a suavizar las diferencias de especialización industrial que existen respecto a la Comunidad de Madrid, y harían aún más atractivo el territorio para la instalación en la comarca de La Sagra de industrias innovadoras y de base tecnológica que hagan que el valor añadido aportado al territorio sea de mayor importancia.

En efecto, mientras en Madrid hay una presencia significativa de sectores de alta especialización tecnológica, en La Sagra se localizan aún actividades con poco contenido tecnológico. Esto se hace aún más evidente si incluimos en el sector secundario, no sólo las empresas de transformación sino también aquellas que se ocupan de las labores anteriores y posteriores a la producción, lo que viene siendo habitual para entender mejor todo el segmento industrial que actúa en el sector económico secundario. Es decir, al seccionar el sistema productivo, teniendo en cuenta, además de las empresas puramente “industriales”, a aquellas otras que se relacionan con el sector productivo como son las de “comercio al por mayor”, “transporte”, “servicios a las empresas” e “investigación y desarrollo”, se aprecian dos situaciones diferenciadas que son el contrapunto de los diferentes estadios que se derivan de las relaciones de la industria con el territorio. En La Sagra el peso económico se basa bastante en las industrias transformadoras, con escaso desarrollo de los servicios a las empresas, sobre todo en los trabajos más innovadores y cualificados, como son los de I+D y en las empresas que organizan el transporte de mercancías, es decir las empresas dedicadas a actividades anexas a los transportes. Por el contrario, Madrid claramente, es uno de los grandes centros innovadores del país, además de un centro gestor, organizador y distribuidor de gran parte del transporte de mercancías nacional, pero también internacional. Actualmente en Madrid existen diez grandes centros logísticos y el entendimiento entre emprendedores y las autoridades institucionales determina que se esté pensando muy seriamente en crear una gran superficie logística de un tamaño superior a las 400 Has.

Probablemente, la existencia en el Este de Madrid de un gran aeropuerto, el de Barajas, unido a una aduana interior de gran importancia, en Coslada, y al gran centro de distribución alimentaria que es Mercamadrid, ayuda a la potenciación de Madrid como “Plataforma Logística”.

Pero Madrid, el territorio de Madrid, disponible ya no es muy abundante. Recordemos que la franja norte de la Comunidad está ocupada por la Sierra madrileña y por municipios dedicados casi en exclusiva a la monofuncionalidad del servicio residencial. La expansión económica buscará inevitablemente nuevos territorios, bien comunicados, para nuevas funciones. En La Sagra no sólo se han de instalar en el futuro empresas industriales que obedecen a la lógica de una demanda débil. Al contrario, las opciones para la utilización del territorio por la industria tecnológicamente avanzada, los polos de desarrollo tecnológico y las empresas dedicadas a la “inteligencia” redistribuidora, es decir a la logística avanzada, están perfectamente abiertas. Pero para que esto suceda sería tal vez preciso, además de ordenar el territorio con una red – malla de vías de cierta capacidad, determinar y señalar las vacantes de suelo y reservar el mismo para instalar en él las infraestructuras fuertes, los grandes atractores que hagan atractivo el territorio para la instalación de las industrias que completen el ciclo productivo y que diversifiquen la economía. Esto, además de evitar futuros y peligrosos monufuncionalismos industriales de producción en La Sagra, ayudaría a la Comunidad vecina a descongestionarse y a planificar, a su vez, su territorio según una concepción de reparto y de visión de un territorio no coaccionado por fronteras administrativas. Aquí también el recurso a políticas de entendimiento y de complementariedad de los territorios se hace necesario.

En Castilla-La Mancha en general, el proceso de industrialización primero se apoyó en las capitales de provincia y en los núcleos de mayor tamaño como Puertollano y Talavera. Después, en una segunda fase, la industrialización, además de reforzar los centros tradicionales, se basó en el renacimiento de la industria rural difusa combinando iniciativas empresariales externas a la región con un nuevo dinamismo del empresariado local, es decir las iniciativas exógenas venían a sumarse a un cierto empuje endógeno. Temporizando, este proceso puede situarse entre los años 1981 y 1995. En Castilla-La Mancha este modelo general difuso afectó esencialmente a tres comarcas: la zona llana de La Mancha, el suroeste de Guadalajara y por supuesto La Sagra. Como se ha apuntado, estas dos últimas zonas son colindantes a la Comunidad de Madrid.

Por el contrario, el modelo espacial seguido por la industria en la Comunidad de Madrid, convertido en elemento principal organizador del territorio, ha seguido los patrones generales evolutivos de las grandes áreas metropolitanas, al menos en el mundo occidental. Este modelo se basa en un proceso de crecimiento reticular ocupando cada vez más espacios periurbanos. Desde los años sesenta del siglo XX la industria madrileña se ha ido instalando en las sucesivas periferias de la aglomeración urbana, compartiendo el espacio con los nuevos doblamientos, apoyándose en la red de comunicaciones, ferroviarias y de carreteras, hasta alcanzar los límites de la actual Comunidad Autónoma. Este proceso de difusión se ha producido sobre todo por el este y por el sur, apuntando en esta última localización hacia La Sagra.

El proceso madrileño, en la actualidad, insiste en un modelo de expansión industrial axial, reforzado por la construcción de autopistas radiales, y por las autovías orbitales de Madrid, reafirmado en la actualidad por el proyecto Redsur que afirma la ocupación del territorio del sur de Madrid, como se ha indicado más arriba. Especialmente los nodos dónde se asientan las ofertas de suelo industrial se localizan, en función de los acuerdos entre las instituciones madrileñas y el capital privado, en las zonas de conexión entre los principales ejes radiales y las vías transversales. Esta oferta, situada al este y sur de la comunidad, combina actividades industriales y empresariales y a veces incluso residenciales, aportando equipamientos y servicios de calidad. Es decir se promueve un uso mixto de la utilización del suelo.

En definitiva en Madrid, nos encontramos con un modelo muy elaborado que se sustenta legalmente en el Plan Estratégico Regional de 1996, y en la Ley del Suelo de la Comunidad de 2001. Este modelo trata de orientar la economía hacía el control de los flujos de mercancías, es decir la potenciación de la logística, y a la construcción de grandes conjuntos inmobiliarios, aprovechando el espectacular desarrollo de las infraestructuras de transporte.

Se ha apuntado más arriba que, además de las principales ciudades castellano-manchegas, la industria en Castilla-La Mancha se ha desarrollo esencialmente en tres focos concretos: La Mancha, en el centro de la región, y el Corredor del Henares y La Sagra, en la nueva periferia madrileña.

Madrid puede presentar un modelo único, coherente y controlado de desarrollo urbanístico e industrial, pero, como se ha apuntado también en este estudio, Castilla-La Mancha, situada en un proceso aún de debilidad industrial por la ausencia, en general, de empresas tecnológicamente avanzadas y de procesos de I+D, tiene que responder a intereses empresariales y territoriales distintos. Un Plan Estratégico Regional puede coordinar y armonizar el conjunto de las actividades regionales pero debe sustentarse y apoyarse en Planes Estratégicos Comarcales, cuya coherencia local interna y transversal con los planes de las comunidades vecinas debe de procurar una coherencia global al Plan Regional. Dicho de otra manera, es una aproximación de abajo arriba y transversal la que puede dar una coherencia regional aún bastante inexistente.

En la práctica, un Plan Estratégico Comarcal de La Sagra, que tenga en cuenta su historia, su situación actual, sus potencialidades futuras, sus relaciones externas con la Comunidad de Madrid, con quien configura la Región Económica del Centro Peninsular, sus relaciones internas con el resto de la Provincia de Toledo y con el resto de la Comunidad de Castilla-La Mancha, sería la puerta abierta a la constitución de los instrumentos que faciliten el desarrollo coherente del territorio de La Sagra, reforzando su papel complementario de la economía del centro de la península, pero también su papel de motor esencial de desarrollo del conjunto de la economía regional de Castilla-La Mancha, en busca de una personalidad propia que la suma de Planes Estratégicos Comárcales le puede proporcionar.

La metrópoli madrileña, la conurbación de Madrid, presenta muchos recursos que atribuyen de manera intensiva a cada territorio, desde la capital hasta el límite con Castilla-La Mancha, la función que más se adecua a las diferentes potencialidades. Así Madrid consigue un sistema productivo regional caracterizado por su integración funcional y complementariedad territorial. La comarca de La Sagra debe ser consciente de su papel en este conglomerado y debe de integrarse complementariamente en las oportunidades que se derivan de pertenecer a una macro región económica. Existe pues un marco general que permite interpretar de manera integrada las dinámicas económicas y las relaciones funcionales de la comarca de La Sagra toledana, en especial en su condición de espacio territorial limítrofe de Madrid.


5.- INCORPORACIÓN DE LA COMARCA DE LA SAGRA A LA TRAMA TERRITORIAL Y FUNCIONAL DE LA CONURBACIÓN MADRILEÑA.

No obstante, la pertinencia del análisis teniendo en cuenta la íntima relación existente con la Comunidad vecina de Madrid, no se puede olvidar la especial condición de adscripción administrativa de La Sagra a la provincia de Toledo y a la región autónoma de Castilla-La Mancha con la que comparte ciertos rasgos básicos como son la renta per cápita, el coste de los salarios y del mercado del suelo que son inferiores a los de la Comunidad de Madrid. También la comarca de La Sagra, y no puede ser de otra manera, está sujeta a las políticas económicas que se diseñan y aplican desde la administración autonómica de Castilla-La Mancha, región de Convergencia según la nomenclatura europea, al menos hasta el año 2013.

Pero, para entender lo que ocurre sobre el territorio de La Sagra, tal y como ya se ha indicado, no se puede obviar los efectos producidos por los procesos de difusión económica y desconcentración industrial procedentes del polo cercano de Madrid que prefiguran la comarca como periferia funcional del sistema industrial metropolitano. Pero aún así, tampoco se puede obviar la realidad que indica que en La Sagra se ha construido una red relativamente intensa de relaciones internas y externas que le han permitido alcanzar un determinado nivel de especialización funcional. En este sentido, parece oportuno profundizar en la definición de las relaciones dialécticas, en los procesos de retroalimentación, que se producen en el territorio comarcal entre los diferentes intereses económicos. Es decir, es preciso interrelacionar los procesos de carácter global con las respuestas locales. Por lo tanto, es preciso conocer si la comarca se integra, y de que manera, en redes más amplias o si, al contrario, se está produciendo un elevado grado de dependencia y de fragilidad frente a procesos e intereses que impiden su capacidad de control, y por lo tanto de ordenamiento.


6.- LA SAGRA: INDICADORES DE DINAMISMO PARA UN TERRITORIO DE EXPERIENCIA.

La comarca de La Sagra, además de ser un territorio en el que suceden numerosas actividades económicas y productivas, configura una demarcación histórica y fisiográfica que ejerce de límite intercomunitario y que forma una unidad de municipios continuos conectados o enmarcados por autovías y autopistas nacionales, a las que hay que añadir una malla de carreteras locales, de dirección paralela y transversal a las vías principales, que une los núcleos de población de la comarca.

La comarca de La Sagra, situada al norte de la provincia de Toledo, está constituida por terrenos ligeramente ondulados situados entre el río Tajo y le tramo final del río Guadarrama. Tradicionalmente su economía se centró en una agricultura cerealista en la que se apoyó una industria básica de actividades tradicionales tales como la agroalimentación, los materiales de construcción y las industrias de la madera y el mueble. Estas actividades alcanzaron un cierto nivel de desarrollo, en especial las actividades ligadas a la madera y al mueble, que empujaron, incluso, a que ciertos municipios alcanzaran una cierta especialización. Pero los rasgos de su naturaleza y paisaje rural han sido transformados rápidamente por su cercanía a la creciente influencia metropolitana que también ha reactivado su propia base industrial y que ha determinado que en las dos últimas décadas sus tasas de crecimiento sean las más elevadas de toda Castilla-La Mancha. Aún así, su configuración urbano-funcional, cuyo eje esencial es la autovía Madrid - Toledo, aún no ha alcanzado las dimensiones que tiene en la Campiña del Henares, la otra comarca de Castilla-La Mancha, limítrofe con Madrid y que también recibe los fuertes influjos de la metrópoli central, probablemente por diferentes razones como pueden ser la tardía transformación en autovía de la carretera Madrid – Toledo, o porque las relaciones económicas de Madrid con el resto de la Península son más intensas por la Autovía A-2 que por la A-42. De todas formas el crecimiento demográfico de la comarca de La Sagra y su crecimiento inmobiliario demuestran claramente el reciente dinamismo del territorio.

La población de la Comarca de La Sagra pasó en quince años de aproximadamente 65.000 habitantes a más de 110.000. Se trata aquí de datos hasta el año 2008, pero la progresión en números de habitantes constata que probablemente a fines de 2010 la población en la “Ciudad de Ciudades” alcance sin dificultad los 120.000 habitantes, emergiendo así como el mayor conglomerado urbano de la provincia de Toledo y el segundo de Castilla-La Mancha tras la ciudad de Albacete. Las tasas de crecimiento poblacional son evidentemente llamativas y ni los conjuntos de las Comunidades de Madrid y Castilla – La Mancha, ni la propia provincia de Toledo a la que pertenece la comarca y a la que nutre de población, ni la misma capital provincial, presentan tasas de ese calibre.

También resulta interesante mirar al interior de la comarca, en lo que a crecimiento poblacional se refiere, agrupando los municipios por su ubicación física en función de su cercanía a dos hitos fundamentales en el territorio: la autovía históricamente estructurante y la frontera con la comunidad vecina de Madrid.

El fuerte crecimiento demográfico viene principalmente determinado por procesos de migración originados en la vecina comunidad autónoma madrileña que primero se instalan en los municipios de mayor accesibilidad, estimada desde la metrópoli madrileña, lo que se traduce en municipios de autovía. Más tarde el proceso se acelera en los municipios fronterizos, lo que ya se revela desde 1991. En los años recientes es interesante posicionarse ante la distribución de la población en el resto de municipios.

En general el crecimiento demográfico de La Sagra toledana va asociado al mantenimiento de un movimiento natural positivo y, sobre todo, a la llegada de inmigrantes procedentes en su mayoría de la contigua región metropolitana madrileña, lo que se traduce en una pirámide demográfica que aún mantiene una relativa juventud.

La función de La Sagra como periferia metropolitana externa a la aglomeración central le proporciona una gran capacidad de atracción, lo que provoca, en contraste con el envejecimiento general que se provoca en áreas rurales, que la estructura por edades resulte en la comarca bastante equilibrada. Cuando se compara la estructura de la población con la de la provincia a la que pertenece la comarca, se aprecia bastante claramente, aunque el movimiento de crecimiento demográfico sea bastante reciente, esa juventud.

La llegada en esos últimos años de jóvenes inmigrantes y los nacimientos producidos mantienen la edad media de la población por debajo de los 39 años que es la media de edad de la población de la provincia. Además en los municipios situados sobre el eje radial y en aquellos contiguos a la comunidad de Madrid, esa edad media se rebaja aún más y desciende incluso por debajo de los 35 años, como es el caso de Carranque, El Viso de San Juan, Olias del Rey, Yuncos, Illescas, Numancia de La Sagra, Ugena y Seseña.

Por otro lado la destacada franja, en cantidad de efectivos, ocupada por la población en edad de trabajar, la población activa, hace que las tasas de dependencia no sean muy elevadas y asegura además el reemplazo poblacional.

Reflejo también de la dinamización comarcal son los niveles de ingreso que, a partir de todo un conjunto de indicadores directos e indirectos sobre renta familiar disponible, establece el Anuario Económico de España, editado por la Fundación La Caixa. Según esta fuente, la comarca se sitúa en un nivel medio de 5 sobre los 10 existentes (promedio de renta familiar disponible por habitante entre 9.800 y 10.800 euros en 2008), con municipios como Seseña e Illescas que se sitúan por encima de los 10.800 euros, y un máximo en Olías del Rey, que supera los 11.900 euros. Tal como corresponde a un espacio de muy reciente urbanización, esos valores pueden considerarse bastante moderados si se comparan con los característicos de áreas interiores de la aglomeración madrileña.

Pero lo más destacado, sin duda, es el hecho de que el ritmo de crecimiento experimentado por la renta familiar disponible entre 1996 y 2008 superó aquí el promedio provincial y nacional en 9 municipios, que coinciden en buena medida con los ubicados en los ejes radiales y el espacio de frontera: en Carranque, Casarrubios, Cedillo, Yeles y Yuncos ese incremento se situó en el intervalo del 31-35%, en Numancia de La Sagra y El Viso de San Juan alcanzó el de 35-40%, mientras en Seseña y Ugena incluso superó esa tasa.

La consecuencia más visible desde la perspectiva del consumo es que su cuota de mercado, que equivalía al 15,11% del total provincial en 1997, pasó a representar el 16,72% tan sólo ocho años después, con Illescas en posición destacada (2,50%), en tanto Seseña (1,37%), Bargas (1,30%) y Olías del Rey (1,25%) se sitúan a continuación.

Los más de dos millares de establecimientos comerciales minoristas contabilizados en 2005, que experimentaron un aumento superior al 16% durante el lustro precedente, junto con el paralelo incremento de otros servicios a la población que responde al nuevo perfil de sus habitantes, han contribuido, junto con la intensa actividad constructiva, a diversificar con rapidez la economía comarcal, que crece a buen ritmo en estos años. Baste un último apunte en este sentido: el índice de actividad económica, calculado a escala de municipio a partir de las cuotas fiscales del IAE, representa ya el 21,70% de la provincia toledana, cuando en 1996 era del 19,75%, y superaría el 30,5% de no contabilizarse las ciudades de Toledo y Talavera, lo que representa un volumen empresarial bastante por encima del correspondiente a cualquier otra comarca provincial y difícil de alcanzar dentro de la región en su totalidad.

Sin ignorar que el concepto de desarrollo tiene un carácter polisémico y engloba aspectos múltiples, algunos de ellos no cuantificables, parece evidente que las variables consideradas confirman que estamos en presencia de un territorio particularmente dinámico y cambiante, que se aleja con rapidez de los rasgos de atonía que le caracterizaban hace apenas tres décadas.

Todo lo anterior es una muestra comentada de la magnitud de los cambios que se están produciendo en la comarca de La Sagra, provocados esencialmente por el ciclo de economía expansivo y la explosión del crecimiento del sector inmobiliario en la conurbación madrileña que ha ocurrido hasta fechas muy recientes. Estos cambios acelerados que afectan íntegramente a la comarca, desde la transformación del paisaje, al bienestar de los habitantes, pasando por la movilidad de los mismos y de las mercancías, determinan la necesidad de no dejar este desarrollo al albur de las relaciones de las fuerzas económicas en presencia y de plantear claramente, como se ha dicho ya anteriormente, la realización de un Plan Estratégico comarcal, desde una perspectiva de “abajo a arriba” y con relación transversal con los territorios colindantes.


7.- LA INFLUENCIA DE LA INDUSTRIA EN LA DINÁMICA ECONÓMICA Y FUNCIONAL DE LA SAGRA.

Los sectores industrial y de la construcción están siendo el motor económico de la comarca. Se consolidan nuevas industrias en nuevos espacios productivos, situados especialmente en los municipios que presentan mejor accesibilidad desde la Comunidad de Madrid, pero esta vitalidad funcional se esta transmitiendo recientemente al resto de municipios.

La comarca de La Sagra concentra más del 20% de los establecimientos industriales de la Provincia, lo que demuestra el peso de esta actividad en el conjunto provincial. También se puede apreciar un comportamiento diferenciado en función de la localización interna de los municipios. Así, aquellos que se encuentran cerca de la carretera radial clásica, la A-42, dado su nivel de consolidación industrial, acogían en 2008 a más de la mitad de todos los establecimientos de La Sagra.

Diez años antes, si en los municipios de “autovía” había un número similar al actual de establecimientos, con un incremento en el número de 2,82%, siempre según los datos de la Cámara de Comercio, lo que demuestra una consolidación y asentamiento del tejido industrial, en los municipios “fronterizos” la evolución ha sido de un 26,11%, puesto que hace 10 años el número era de 203 y ahora asciende a 256. En muchos casos probablemente ya no se trate de los mismos establecimientos, puesto que desde hace doce años, muchos establecimientos han sido sustituidos por otros, tal vez más grandes, al menos en el sentido productivo. Sin embargo el dinamismo de los espacios ocupados por los municipios fronterizos es indudable, puesto que así lo indica su crecimiento porcentual y relativo. El impulso industrial reciente de estos municipios “frontera” puede muy bien deberse a la demanda de territorio por parte de la conurbación madrileña, unido a la relativa mejora de la accesibilidad y a la oferta de suelo preparado y a precio competitivo. De todas formas la atracción que ejercen los ejes viarios, es muy importante y hay que tenerla muy en cuenta a la hora de la preparación de la futura oferta de suelo industrial. Tal vez esta oferta deba de ir acompañada, e incluso precedida por el diseño y establecimiento de una nueva malla viaria que permita las circulaciones y que descongestione las rutas actualmente sobreutilizadas.

Si de alguna manera se puede plantear que podría ser conveniente establecer los medios para realizar un Plan Estratégico y de Ordenación de la Comarca de La Sagra, en función de los peculiares acontecimientos económico-urbanísticos que se están produciendo en ese territorio, y teniendo en cuenta que el avance de la industrialización sobre el territorio es determinante en estos acontecimientos, parece lógico conocer, aunque sea someramente, la estructura interna de la industria establecida en La Sagra. Esto, probablemente podría orientar a ese Plan Estratégico en la dirección de fomentar la instalación de un tipo de industria, ausente o muy poco representado, con el fin de conseguir una diversificación de actividades que, por ejemplo en el caso actual de deceleración productiva, mitigue los efectos negativos que pudiera producir.

En La Sagra se aprecia claramente que existen dos sectores protagonistas del tejido industrial: en primer lugar, el de “fabricación de productos metálicos”, y en segundo lugar, con un peso también importante, el sector de “madera y muebles”. Los dos sectores juntos agrupan a más del 59% de todos los establecimientos industriales de la zona.

El crecimiento industrial de la comarca, como ya se ha escrito, se produce desde el desbordamiento de la conurbación madrileña, pero sobre un inicial sistema productivo local o comarcal. El motor de ese sistema era el sector de la madera y del mueble que se constituyó como la base del entramado fabril de la comarca. Se aprecia claramente que la especialización en este sector continúa y además la mayoría de las empresas dedicadas a la fabricación de productos metálicos, lo que hacen es acompañar a ese sector. El tercer sector más representado es el de “productos minerales no metálicos”, es decir “materiales de construcción”, constituyéndose La Sagra en una comarca suministradora muy importante para todo el país. En la economía actual, los tres sectores están íntimamente relacionados puesto que en definitiva dependen de un fenómeno mayor como es el inmobiliario. La expansión inmobiliaria, no sólo en esta parte de España, sino en todo el país, ha favorecido claramente el crecimiento de estos tres sectores. Pero tal vez esta gran representación de los sectores directamente ligados a la expansión inmobiliaria puede, en el caso de la actual regresión, hacer vulnerable en exceso al territorio sagreño que sufre el impacto económico negativo más fuertemente que si la economía estuviera bastante más diversificada.

En este sentido, se puede comprobar que La Sagra tiene una estructura industrial aún bastante tradicional, ya que los sectores económicos de bajo contenido tecnológico o de demanda débil alcanzan casi al 80% de los establecimientos. Es posible que esta estructura sea reflejo de una estructura industrial aún bastante familiar y de una todavía baja representación de empresas con capacidad innovadora.

Existe una relación directa entre la creación de empresas y la creación de nuevos polígonos industriales. En efecto, en el marco de una política expansiva, los ayuntamientos interpretan la demanda del mercado del suelo para las actividades económicas y apoyen esta demanda con la creación de polígonos. Sólo en tres años desde 2002 a 2005, se pasó de una oferta de polígonos planificados de 33 a 46, con una superficie cercana a los seis millones de m2. A esta planificación hay que sumar las instalaciones que se colocan sin ordenar junto a las vías de comunicación y también aquellas instaladas en los núcleos de población.


8.- CONSIDERACIONES EN TORNO AL CRECIMIENTO INMOBILIARIO.

Si una de las razones esenciales que favorecen el asentamiento de actividades en La Sagra es el precio ventajoso del suelo para los promotores, es normal que esto ocurra también en el sector inmobiliario.

Desde hace 30 años, las metrópolis europeas, y la de Madrid no iba a ser la excepción, se ensanchan y se desbordan, absorbiendo los municipios limítrofes, y en el caso que nos ocupa cruzando las fronteras regionales.

La atracción de una ciudad llega ahora a distancias que alcanzan hasta los 30, 40 y hasta 70 Km., por la mejora de los transportes y la difusión del automóvil. Nace una nueva clase de habitantes, que no tienen equivalentes en la historia de la sociedad: los “rururbanos” que se alejan, aparentemente de las grandes aglomeraciones, para realizar su sueño: acceder a la propiedad de una vivienda unifamiliar a precio asequible, comparado con el precio prohibitivo del hipercentro.

Así el proceso de penetración de la ciudad en el campo, el proceso de urbanización del antiguo espacio rural, se hace combinando asentamientos físicos industriales y residenciales. El termino “combinar” presupone una ordenación que en el conjunto de la comarca no se produce; es decir no existe una planificación ordenadora del espacio que determine como se “colocan” las piezas industriales, residenciales y de las dotaciones públicas subsiguientes para mayor beneficio del conjunto, de municipios, de fuerzas económicas y de habitantes. Allí dónde no se produce aparentemente una mezcolanza cuyo impacto negativo en el paisaje es evidente, algunos municipios han optado por especializarse. Y se entiende por especializarse, aquellos que optan o por mayor cantidad de suelo residencial o por mayor cantidad de suelo industrial. Algunos municipios, como Borox, pretenden presentar un modelo integral ofreciendo suelo para “trabajar y para vivir”, con el fin de tender hacía prácticas urbanísticas que favorezcan la sostenibilidad del sistema.

Desde 1990 el suelo edificado ha crecido en la conurbación de Madrid, a la cual, según nuestra tesis, pertenece ya la comarca de La Sagra, en un 60% y lo ha hecho abandonando el modelo español, o más bien el conocido como “modelo mediterráneo”, de ciudad donde la urbanización es compacta y en un mismo barrio conviven actividades diversas, para adoptar el modelo anglosajón en el que lo normal es vivir en una urbanización (o “suburb” en inglés) de grandes viviendas unifamiliares con jardín y césped, sin comercios ni lugares de diversión y en las que el automóvil es necesario hasta para comprar el pan. Hoy la conurbación madrileña está llena de sitios así, desde la Sierra de Guadarrama hasta La Sagra. Es una forma de vida necesitada del uso intensivo del coche y que no puede concebirse sin grandes infraestructuras viarias lo que le puede hacer a la larga ecológicamente insostenible. Cuando Madrid se extendía por sus extrarradios y por los municipios limítrofes del sur, lo hacía en forma de edificaciones de gran altura, capaces de alojar a un gran número de vecinos en una reducida superficie. Esta forma de ocupación del espacio, sumamente eficiente, era a menudo denigrada con el consabido calificativo de “colmenas humanas” y no faltaban quienes no podían entender cómo se construía de aquella manera cuando alrededor de la ciudad se extendían millones de hectáreas de eriales. Pues bien, esos eriales se están llenando de viviendas de modo irrefrenable.

La gran metrópoli ha traspasado las fronteras de la Comunidad de Madrid y ha invadido Castilla-La Mancha, transformando a los municipios de La Sagra en suburbios residenciales de Madrid. Entre el 35 % y el 50 % de los habitantes de los municipios sagreños son personas desplazadas de la Comunidad de Madrid y se dan casos en algunas promociones inmobiliarias en el que el 90 % de los compradores son madrileños. Este proceso no parece que se vaya a detener de forma general porque el precio de la vivienda es, en las localidades de La Sagra, mucho más bajo que al otro lado de la frontera, en la comunidad de Madrid. En una corona comprendida entre los 45 y los 70 kilómetros, la diferencia de precio empieza a compensar las molestias de los desplazamientos diarios. La construcción de nuevas autopistas radiales, la buena calidad de los ferrocarriles de cercanías, que llega hasta los límites de la Comunidad de Madrid, y cuya influencia se hará aún más importante cuando este medio de transporte de manera inevitable y lógica alcance poblaciones del corazón de la comarca, y la presencia del AVE, que ya cuenta con estación en Toledo, facilitan el proceso. Es perfectamente visible la intensa actividad constructora en municipios en torno a la autovía A 42 (Madrid-Toledo) como Illescas, Villaluenga de la Sagra y Numancia de la Sagra donde, en los próximos años, se dispondrá de suelo para casi 50.000 viviendas. Algo parecido es previsible en localidades más alejadas de la capital del Estado, en ámbitos próximos a Toledo.


9.- CONCLUSIONES.

La Comarca de La Sagra, sobre una base de desarrollo industrial muy consolidada, ha vivido en los últimos veinte años un gran impulso económico acompañado de un crecimiento demográfico significativo. Esto ha provocado un desarrollo importante del sector de la construcción y la creación y promoción de espacios preparados para la actividad empresarial.

Se ha producido, merced a este desarrollo, una importante reorganización territorial intracomarcal, determinada por la instalación tanto de la población como de las actividades económicas. Durante bastante tiempo el protagonismo de la expansión urbano-industrial por La Sagra lo protagonizaron casi exclusivamente los municipios axiales, situados sobre la autovía A-42 que los conectaba con la Comunidad de Madrid y con la capital de la provincia. Pero en los últimos tiempos toman protagonismo los municipios alejados de ese eje viario, en particular los municipios “frontera” que son aquellos colindantes con la Comunidad de Madrid y que son los que proporcionalmente más crecen en términos de nuevo suelo industrial, número de empresas, viviendas y población. Esto indica que el desarrollo de La Sagra se difunde ya claramente sobre todo el territorio, a la manera de una difusión en red. Si el territorio se auto-organiza en red, lo lógico es que la planificación y ordenación anticipen todas las infraestructuras en función de esta realidad.

Evidentemente y como se ha visto, el crecimiento demográfico y económico está fuertemente asociado al espectacular incremento y mejora de la red de comunicaciones, por carretera y ferrocarril, que presenta la comunidad madrileña dónde en los últimos quince años se ha realizado un gran esfuerzo doblando las vías de gran capacidad y mejorando notablemente las de segundo orden. Este esfuerzo está determinado porque se ha considerado, y apostado por esta opción, a Madrid como el gran centro de recepción y de distribución de mercancías a nivel nacional e incluso internacional. Por lo tanto el gran objetivo de la inversión en movilidad es favorecer esta realidad facilitando la conexión de la “región central” con el resto del Estado.

Pero también se constata que un factor importante para la atracción económica que ejerce la comarca de La Sagra es el precio del suelo. En efecto, los costos diferenciales con respecto a la Comunidad de Madrid en el precio del suelo y los productos inmobiliarios que se derivan, así como la oferta diversificada y la calidad de esos productos, sumado a la predisposición de los ayuntamientos para aprobar nuevo suelo para la actividad económica, hacen atractivo el territorio tanto para la instalación y consolidación de presencia empresarial como de habitantes.

Resulta que en la actualidad muchos de los municipios de la comarca tienen un mayor grado de urbanización y de industrialización que muchos municipios de la región madrileña. Pero lo más interesante es que sus tasas de crecimiento son aún más favorables. Esto último sólo es posible porque se ha alcanzado en La Sagra un alto nivel de integración muy efectivo con la economía regional madrileña. Es decir la comarca de La Sagra forma parte íntegramente del sistema que conforma la gran región económica del centro de la península. La Sagra se ha integrado plenamente y se está especializando claramente en el sector industrial. La duda que puede quedar es si las fuerzas endógenas y exógenas que intervienen, podrán, por si mismas, dar el salto necesario para diversificar esa industria, hoy muy determinada por los sectores que responden a una demanda débil. Parecería lógico que desde las administraciones se orientara la económica comarcal en esa dirección facilitando la llegada de actividades muy ligadas con las tecnologías avanzadas. Podría plantearse claramente esta opción en un Plan Estratégico Comarcal, ya reivindicado desde estas páginas.

La integración funcional es una realidad palpable y duradera, al menos mientras los paradigmas económicos y sociales actuales tengan vigencia. Pero no ocurre lo mismo con la integración institucional y territorial, al pertenecer La Sagra a la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. En este sentido se puede decir que la región económica y funcional central se asienta sobre dos comunidades autónomas, lo que dificulta la integración plena al no existir un nivel de ordenación territorial supra-regional que trabaje sobre el territorio de las dos comunidades considerándolo una unidad funcional. Tal vez aquí se podría apuntar que dar mayor protagonismo a la comarca a través de las Mancomunidades, en especial la de La Sagra Alta, por su carácter de “fronteriza”, podría facilitar esa integración ejerciendo un papel técnico de conocedora de las necesidades y de puente con la comunidad vecina. Pero esto no solamente afecta a las instituciones públicas, ya que, por mimetismo, los agentes privados que actúan en los dos territorios no cooperan en la medida que pudiera hacerse.