domingo, 22 de marzo de 2009

Toledo, como modelo de ciudad sostenible.

Toledo, incontestablemente, es reconocida a nivel mundial por la riqueza universal de su patrimonio, en especial el de su Casco histórico, pero también por el paisaje urbano único que se ha generado en el entorno de este centro histórico que se engarza con el paisaje natural sobre el que se asienta. Sin embargo, el crecimiento del “resto” de la ciudad se ha basado en un modelo inexistente de desarrollo. Es decir, ese crecimiento se produce sin la dirección de un modelo de ciudad para que pudiera crecer de forma equilibrada.

La insostenibilidad es enemiga de la conservación del patrimonio urbano. Allí dónde se han producido crecimientos acelerados no ha habido reparo en eliminar los testigos patrimoniales del pasado. Así cayeron, por ejemplo, las murallas en gran cantidad de ciudades europeas. Las mayores acciones insostenibles realizadas por el hombre, como las guerras, y en especial la guerra mundial de mediados del pasado siglo han destruido centros históricos y antiguos enteros, sin posibilidad de retorno. Toledo, encontró la posibilidad de la conservación de su peculiaridad patrimonial en el traslado de la capital a Madrid y en la crisis del textil en el siglo XVI. Pero en Toledo, esa congelación en el tiempo no ha sido perpetua, como se ha demostrado con los crecimientos del siglo XX y como se pretende continuar demostrando en el XXI con el Plan de Ordenación Municipal. Ahora bien, hasta ahora al menos, ese nuevo crecimiento no se apoya en un modelo de ciudad determinado. El modelo de ciudad turística asumida por el Casco histórico es producto de factores culturales exógenos y del gran potencial inerte que contiene, pero no obedece a una estrategia plasmada en la necesaria documentación. Además el resto de la ciudad extramuros, cuando se desarrolla, lo hace sin apoyarse en planes o proyectos estratégicos.

Aquí, el barrio del Polígono es una excepción, ya que obedece a un proceso de planificación a gran escala que se realizó en los años sesenta, a nivel de gobierno central, para crear, en torno a Madrid, “ciudades nuevas” que absorbieran parte de la inmigración rural que acudía a la gran metrópoli central. En este sentido el Polígono, llamado en origen Polígono Industrial de Descongestión de Madrid en Toledo, y posteriormente rebautizado como barrio de Santa María de Benquerencia, es producto de la planificación del desarrollismo industrial que acompaño en España la fase expansiva del capitalismo mundial de la posguerra. Pero una vez finiquitada esa fase, el Polígono, si crece algo, es porque, no habiéndose producido las expectativas iniciales, existe suelo de propiedad pública, concretamente de la administración regional que lo heredó en la primera mitad de los años ochenta del siglo pasado del Instituto Nacional de Urbanismo.

En definitiva, lo que se propone es que Toledo, en su globalidad, se guíe por un Proyecto, consensuado por los ciudadanos y las instituciones que configuran el tejido social de la ciudad, que se inspire en una visión integrada del territorio municipal que tenga en cuenta especialmente las funciones de la ciudad y la fabricación de la misma desde una óptica de mejora medioambiental en función de parámetros asumidos de desarrollo sostenible.

Las formas de crear ciudad en el pasado indican muchas pistas a seguir, pero también, la incorporación de técnicas prospectivas en el tiempo y de técnicas innovadoras y tecnológicas de apoyo a la arquitectura ambientalista puede favorecer un Plan de Desarrollo que haga de Toledo un ejemplo de modelo urbano sostenible. Cuando, a este nivel, se incorporan los conceptos de desarrollo sostenible es para poner el énfasis necesario en que ese desarrollo es, ante todo, la búsqueda de un equilibrio entre el desarrollo urbano y la calidad de vida. No se trata sólo de dotar a la ciudad de zonas verdes, de la depuración de aguas adecuada y del pertinente tratamiento de los residuos urbanos, se trata también de construir un proceso social y cultural que permita compaginar el progreso económico con el medio ambiente.

Toledo es una ciudad con una rica historia que se plasma en su monumental patrimonio y en su inigualable paisaje urbano, pero también con un futuro prometedor a poco que aquellos que tienen capacidad de decisión, aquellos que gobiernan la ciudad incorporen a los ciudadanos a construir ese futuro, sin atender a la voracidad de los intereses de unos pocos, defensores de modelos urbanos que están periclitando en la actualidad, y sin caer en decisiones descontroladas e improvisadas muchas veces fruto de urgencias “políticas”. Esa construcción de un futuro “ciudadano” basado en el consenso y en la sostenibilidad ambiental, se basa en un programa estratégico que tenga en cuenta la búsqueda de los factores que favorecen la convivencia y la mejora de las condiciones de vida del conjunto de los habitantes de la ciudad, la participación ciudadana, el equilibrio social y territorial, reorientando las funciones de los barrios para favorecer la mixicidad con el fin de evitar rupturas urbanas que favorezcan la guetización, la mejora de la educación y de la cultura, como factores de cohesión social y de convivencia, el progreso económico y la potenciación del empleo; todo ello en la tendencia a favorecer la creación de condiciones para fomentar el asentamiento de una sociedad basada en el conocimiento y en el respeto medioambiental.

La elaboración de un Plan Global y Sostenible de la Ciudad de Toledo debe de permitir tomar decisiones sobre determinadas actuaciones en función del sistema en su conjunto y no en función de ocurrencias, prisas o necesidades circunstanciales. Ese sistema debe de contener todos los parámetros que favorecen los ejes mayores que deben guiar el desarrollo de la ciudad de Toledo: la conservación de su patrimonio y paisaje urbano para disfrute del conjunto de la humanidad, el bienestar social y la sostenibilidad ambiental.