Consideraciones previas
Para la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), el diálogo social se alimenta de negociaciones,
consultas e intercambio de información entre representantes de la administración
pública, representantes de las empresas y representantes de los trabajadores. Los temas a tratar en ese
diálogo social, siempre según la OIT, son temas de interés común a esas tres
partes y se centran en políticas
económicas y sociales. En este caso se puede catalogar el diálogo de
tripartito, puesto que afecta a “tres” partes diferenciadas. Pero hay que tener
en cuenta que el diálogo puede ser, en circunstancias determinadas, bipartito, es decir que, para determinados
temas, la negociación se produce entre los representantes de los trabajadores y
los de los empleadores, con o sin la
participación indirecta de la administración pública.
El proceso de diálogo social puede ser informal o institucionalizado, y como ocurre
a menudo, es una combinación de ambas
categorías.
Uno de los principales objetivos que se pueden buscar
con la promoción del diálogo social es la búsqueda del consenso y de la implicación
democrática de los principales actores en el mundo del trabajo. Los procesos del diálogo social que culminan
con éxito tienen la ventaja de aportar soluciones consensuadas a temas
económicos y sociales que mejoran la paz
y la estabilidad social y laboral, y que, por lo tanto, facilitan el progreso
económico.
Desde
esta concepción, el diálogo social tiene
hoy una amplia dimensión, que favorece la gobernanza y la profundización
democrática como instrumento de desarrollo y de mantenimiento del contrato social
y se erige en una alternativa frente a los peligros a los que puede conducir
una excesiva fragmentación social provocadora de procesos de exclusión social
que pueden llegar a dificultar el ejercicio cotidiano de la democracia.
Teniendo
en cuenta todo lo anterior, lo primero que llama la atención es que se está
hablando esencialmente de “diálogo social” en torno al “mundo del trabajo”. Se
trata de un diálogo que se produce entre las partes, unas veces dos y otras
tres, que intervienen en el mundo del trabajo y que, evidentemente, tiene
efectos en otros aspectos de la sociedad. Pero el núcleo esencial en torno al
que gira ese concepto de “diálogo social” es el “trabajo”. La pregunta que
surge inmediatamente es la siguiente: ¿Se trata de una categoría absolutamente
central en el momento histórico actual o
refleja la centralidad de una sociedad productiva propia de una época
industrial anterior a los recientes acontecimientos que abren una crisis
sistémica que necesitan enfoques y aproximaciones distintas para su
encauzamiento? Es decir, si el diálogo social se realiza en torno al concepto
“trabajo”, ¿entendemos este concepto como una actividad a la que tienen derecho
los ciudadanos como aportación al progreso social y personal o lo entendemos
como uno de los tres pilares que, en los conceptos de la economía clásica,
soportaban el entramado económico? ¿Se está hablando de factor trabajo o se
está hablando de empleo, de acceso al empleo?
Un nuevo escenario
El sistema económico mundial regido por dos sistemas de gestión muy diferenciados cambia radicalmente a partir de 1989 con el
colapso del sistema “soviético” simbolizado por la “caída del muro del Berlín”.
El mundo cambió a partir de entonces.
El sistema económico de mercado con sus tres pilares
esenciales (factor tierra, factor capital y factor trabajo) se convierte en el
único posible, sostenible y factible
como sistema de desenvolvimiento de las relaciones económicas. Pero, apenas
veinte años después, una nueva agitación hace tambalear los cimientos de la
economía mundial. Se inicia la crisis que, aún hoy, domina el panorama
económico. De nuevo, el escenario está cambiando.
¿Se trata de una crisis, en el sentido convencional,
es decir que, una vez terminada, todo volverá a ser como antes, o se trata de
un cambio de sistema, de una adaptación de la economía, denominada de mercado,
a una auténtica globalización en la que no existen fronteras económicas?
El mundo se convierte en un tablero global en el que
cada pieza participante en el juego debe conocer perfectamente su rol. Por lo
tanto, también, desde una óptica geográfica, cada región mundial tiende a
adaptarse a su nuevo papel en el damero de la economía. Se dice, por ejemplo:
“China es la fábrica del mundo”.
¿Cuál es el papel reservado a Europa? Reservado como
tal, probablemente no tenga ninguno.
Europa debe de reinventarse ya que no dispone como otras zonas del mundo de
materia prima lubricadora de la economía. El factor “tierra” no es su rol
principal, como tampoco lo es el factor “trabajo” empujado por la
competitividad de la fuerza de ese factor en otras latitudes.
Los tres factores “finitos” que componían el sistema
económico tradicional (Adam Smith, David Ricardo,…) y sobre los que se basaba
el crecimiento continuo necesario para el progreso de las sociedades dejan de
ser los únicos factores combinables, al menos en Europa, para generar riqueza:
Europa se reinventa incorporando un factor nuevo, no finito, y esto es una
novedad histórica, como engranaje de la economía de mercado: el factor conocimiento.
La necesaria incorporación del “conocimiento” como nuevo y necesario factor productivo para
generar economía cambia absolutamente el enfoque de las relaciones de
armonización social en un momento histórico en el que, tal vez, ya no estemos
en una crisis propiamente dicha si no en un momento clave
en el que hay que adaptarse totalmente a un modelo económico global. Estamos, tal vez, transitando por una época de
mutación y de cambio sistémico que provocará que actitudes, maneras,
relaciones, formas contractuales, etc. de un tiempo cercano pero que aparece
como alejado no se vuelvan a repetir.
Por lo tanto, en este contexto, en una región como
Castilla-La Mancha dependiente absolutamente de su posición en España y en
Europa, el diálogo social ya no puede girar en torno a todo lo que genere el
trabajo, si no en torno a los nuevos conceptos y a los efectos que nacen de la
necesaria condición de crear empleo.
La creación de empleo en un mundo cambiante es un
motivo adecuado para sincronizar las relaciones que determinen un adecuado
diálogo social. La fortaleza con la que
la sociedad, en particular la castellano-manchega, pueda salir del tránsito
complejo y difícil que supone el momento actual de transición dependerá, en
gran medida, de la voluntad innovadora con la que se afronte el diálogo social
que parte también por reconocer que los tradicionales roles asumidos por los
agentes sociales por fuerza han de cambiar para acompasarse con el gran cambio
que la sociedad está viviendo.
En el marco de una nueva economía en él que aparecen
nuevos empleos, en él que el “factor conocimiento” es fundamental y este se
inyecta en el sistema económico mediante el emprendimiento y la innovación los
agentes participantes en el diálogo social encuentran una función fundamental
en estimular ese emprendimiento e innovación.
En consecuencia aparece como propuesta básica que el
“diálogo social” se centre en el debate sobre el impulso de las condiciones que
favorezcan el afloramiento de un “sistema productivo innovador” con toda la
riqueza que esto puede y debe producir.
La aplicación eficaz del “factor conocimiento” en el
sistema productivo puede ir acompañado por la combinación y la mejora continuada de subfactores necesarios para la creación de
riqueza: Tecnología e Innovación.
Por todo eso, en un proceso de diálogo social puede aparecer
como adecuado despejar las funciones de los diferentes sistemas, subsistemas y
factores económicos que actúan en la economía de la región en función de unos
indicadores determinados: la tecnología en general y las tecnologías de la
información y la comunicación en particular (uso, dotaciones, accesibilidad a
las TIC y su peso en la economía, etc.), el capital humano (Educación,
emprendimiento, formación continua, formación para el empleo, aprovechamiento
del capital humano, etc.), el sistema de innovación (Recursos financieros y
humanos, aplicación en el sector empresarial, redes de conocimiento, etc.), el
entorno, etc.