miércoles, 27 de agosto de 2014

El conocimiento, factor determinante de los sistemas económicos avanzados

Consideraciones previas

Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el diálogo social se alimenta de negociaciones, consultas  e  intercambio de información  entre representantes de la administración pública, representantes de las empresas y representantes de  los trabajadores. Los temas a tratar en ese diálogo social, siempre según la OIT, son temas de interés común a esas tres partes y se centran en  políticas económicas y sociales. En este caso se puede catalogar el diálogo de tripartito, puesto que afecta a “tres” partes diferenciadas. Pero hay que tener en cuenta que el diálogo puede ser, en circunstancias determinadas,  bipartito, es decir que, para determinados temas, la negociación se produce entre los representantes de los trabajadores y los de los empleadores, con o  sin la participación indirecta de la administración pública.
El proceso de diálogo social puede ser  informal o institucionalizado, y como ocurre a menudo, es una combinación de ambas  categorías.
Uno de los principales objetivos que se pueden buscar con la promoción del diálogo social es la  búsqueda del consenso y de la implicación democrática de los principales actores en el mundo del trabajo.  Los procesos del diálogo social que culminan con éxito tienen la ventaja de aportar soluciones consensuadas a temas económicos y sociales que mejoran  la paz y la estabilidad social y laboral, y que, por lo tanto, facilitan el progreso económico.
Desde esta concepción, el  diálogo social tiene hoy una amplia dimensión, que favorece la gobernanza y la profundización democrática como instrumento de desarrollo y de mantenimiento del contrato social y se erige en una alternativa frente a los peligros a los que puede conducir una excesiva fragmentación social provocadora de procesos de exclusión social que pueden llegar a dificultar el ejercicio cotidiano de la democracia.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, lo primero que llama la atención es que se está hablando esencialmente de “diálogo social” en torno al “mundo del trabajo”. Se trata de un diálogo que se produce entre las partes, unas veces dos y otras tres, que intervienen en el mundo del trabajo y que, evidentemente, tiene efectos en otros aspectos de la sociedad. Pero el núcleo esencial en torno al que gira ese concepto de “diálogo social” es el “trabajo”. La pregunta que surge inmediatamente es la siguiente: ¿Se trata de una categoría absolutamente central  en el momento histórico actual o refleja la centralidad de una sociedad productiva propia de una época industrial anterior a los recientes acontecimientos que abren una crisis sistémica que necesitan enfoques y aproximaciones distintas para su encauzamiento? Es decir, si el diálogo social se realiza en torno al concepto “trabajo”, ¿entendemos este concepto como una actividad a la que tienen derecho los ciudadanos como aportación al progreso social y personal o lo entendemos como uno de los tres pilares que, en los conceptos de la economía clásica, soportaban el entramado económico? ¿Se está hablando de factor trabajo o se está hablando de empleo, de acceso al empleo?

Un nuevo escenario

El sistema económico mundial regido por dos sistemas  de gestión muy diferenciados  cambia radicalmente a partir de 1989 con el colapso del sistema “soviético” simbolizado por la “caída del muro del Berlín”. El mundo cambió a partir de entonces.
El sistema económico de mercado con sus tres pilares esenciales (factor tierra, factor capital y factor trabajo) se convierte en el único posible, sostenible  y factible como sistema de desenvolvimiento de las relaciones económicas. Pero, apenas veinte años después, una nueva agitación hace tambalear los cimientos de la economía mundial. Se inicia la crisis que, aún hoy, domina el panorama económico. De nuevo, el escenario está cambiando.
¿Se trata de una crisis, en el sentido convencional, es decir que, una vez terminada, todo volverá a ser como antes, o se trata de un cambio de sistema, de una adaptación de la economía, denominada de mercado, a una auténtica globalización en la que no existen fronteras económicas?
El mundo se convierte en un tablero global en el que cada pieza participante en el juego debe conocer perfectamente su rol. Por lo tanto, también, desde una óptica geográfica, cada región mundial tiende a adaptarse a su nuevo papel en el damero de la economía. Se dice, por ejemplo: “China es la fábrica del mundo”.
¿Cuál es el papel reservado a Europa? Reservado como tal,  probablemente no tenga ninguno. Europa debe de reinventarse ya que no dispone como otras zonas del mundo de materia prima lubricadora de la economía. El factor “tierra” no es   su rol principal, como tampoco lo es el factor “trabajo” empujado por la competitividad de la fuerza de ese factor en otras latitudes.
Los tres factores “finitos” que componían el sistema económico tradicional (Adam Smith, David Ricardo,…) y sobre los que se basaba el crecimiento continuo necesario para el progreso de las sociedades dejan de ser los únicos factores combinables, al menos en Europa, para generar riqueza: Europa se reinventa incorporando un factor nuevo, no finito, y esto es una novedad histórica, como engranaje de la economía de mercado: el factor conocimiento.
La necesaria incorporación del “conocimiento” como nuevo y necesario factor productivo para generar economía cambia absolutamente el enfoque de las relaciones de armonización social en un momento histórico en el que, tal vez, ya no estemos en una crisis propiamente dicha si no en un momento clave en el que hay que adaptarse totalmente a un modelo económico global.  Estamos, tal vez, transitando por una época de mutación y de cambio sistémico que provocará que actitudes, maneras, relaciones, formas contractuales, etc. de un tiempo cercano pero que aparece como alejado no se vuelvan a repetir.
Por lo tanto, en este contexto, en una región como Castilla-La Mancha dependiente absolutamente de su posición en España y en Europa, el diálogo social ya no puede girar en torno a todo lo que genere el trabajo, si no en torno a los nuevos conceptos y a los efectos que nacen de la necesaria condición de crear empleo.
La creación de empleo en un mundo cambiante es un motivo adecuado para sincronizar las relaciones que determinen un adecuado diálogo social.  La fortaleza con la que la sociedad, en particular la castellano-manchega, pueda salir del tránsito complejo y difícil que supone el momento actual de transición dependerá, en gran medida, de la voluntad innovadora con la que se afronte el diálogo social que parte también por reconocer que los tradicionales roles asumidos por los agentes sociales por fuerza han de cambiar para acompasarse con el gran cambio que la sociedad está viviendo.
En el marco de una nueva economía en él que aparecen nuevos empleos, en él que el “factor conocimiento” es fundamental y este se inyecta en el sistema económico mediante el emprendimiento y la innovación los agentes participantes en el diálogo social encuentran una función fundamental en estimular ese emprendimiento e innovación.
En consecuencia aparece como propuesta básica que el “diálogo social” se centre en el debate sobre el impulso de las condiciones que favorezcan el afloramiento de un “sistema productivo innovador” con toda la riqueza que esto puede y debe producir.
La aplicación eficaz del “factor conocimiento” en el sistema productivo puede ir acompañado por la combinación y la mejora continuada  de subfactores necesarios para la creación de riqueza: Tecnología e Innovación.

Por todo eso, en un proceso de diálogo social puede aparecer como adecuado despejar las funciones de los diferentes sistemas, subsistemas y factores económicos que actúan en la economía de la región en función de unos indicadores determinados: la tecnología en general y las tecnologías de la información y la comunicación en particular (uso, dotaciones, accesibilidad a las TIC y su peso en la economía, etc.), el capital humano (Educación, emprendimiento, formación continua, formación para el empleo, aprovechamiento del capital humano, etc.), el sistema de innovación (Recursos financieros y humanos, aplicación en el sector empresarial, redes de conocimiento, etc.), el entorno, etc. 

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