En los últimos tiempos estamos asistiendo, en Toledo, a la presentación de una serie de proyectos que una vez realizados cambiarán la fisonomía y la función urbana de nuestra ciudad, mediatizando por lo tanto las condiciones de vida de los ciudadanos de Toledo y modificando sus estructuras sociales: Barrio “Avanzado” (esperemos que esto no quiera decir que se creen diferentes categorías de barrios: el Avanzado y los atrasados, perdón, los demás), Tranvía, Intercambiador en Safont, Nuevo Polígono Industrial hacía el Este de la ciudad, etc.
Curiosamente esos proyectos se anuncian cuando no se han resuelto o no se han sabido o querido resolver, otros “proyectos” más antiguos que se van olvidando, como por ejemplo, el bulevar del paseo de la Rosa, el barrio “ecológico”, la resolución de los olores provocados por el vertedero al oeste de la ciudad, o la fábrica de piensos, el matadero y la depuradora en el Polígono, etc. En realidad hay una larga lista de proyectos prometidos que no parece que se aborden nunca. Y estos proyectos son “superados” por el anuncio de nuevos proyectos cada vez más caros y osados. Porque caros son el tranvía, el Superpolígono y el Barrio Adelantado, ¿o era Avanzado?
La realización del conjunto de estas dotaciones demuestra un impulso urbanizador muy importante en nuestra ciudad. Pero las primeras preguntas que nos podemos hacer son las siguientes: ¿Obedece este proceso a un Plan de Ciudad pensado y que mide las consecuencias del proceso? ¿Definen estos proyectos un Modelo de ciudad que la atribuyen una nueva funcionalidad? O de una forma más clara, ¿Se ha medido el posible impacto y sus consecuencias en todos los órdenes que afectaran a la ciudad?
Aunque aparentemente el conjunto de estos proyectos podría inscribirse en un Plan de ciudad, también se puede medir el impacto individualizando las actuaciones. En este sentido aparecen preguntas que los responsables deberían poder contestar. Por ejemplo: ¿Están medidos o, al menos, evaluados, los flujos económicos, de personas e incluso el valor añadido que aporta a Toledo la construcción de estos nuevos espacios urbanos y el tranvía? En otras palabras, más allá de voluntarismos, ¿está justificada una inversión tan importante que se hace con dinero público, es decir de los ciudadanos? ¿Se han medido las consecuencias de la “macización” urbana que supondrían estas actuaciones cerca del río Tajo a su entrada en la ciudad? ¿Se ha medido lo que no se podrá hacer en otros barrios de la ciudad? ¿Se pensará alguna vez, por ejemplo, en el tratamiento urbano de la circunvalación que rodea el barrio de Buenavista?
Como se puede apreciar las preguntas se enlazan unas con otras y en consecuencia ocurre lo mismo con los proyectos previstos. Los interrogantes no presuponen respuestas negativas, al contrario, pueden abrir la vía a respuestas coherentes que expliquen a los ciudadanos el porqué de las actuaciones y los beneficios para ellos.
Los estudios de impacto que deben acompañar a cualquier proyecto y que deben, suponemos, estar hechos, pueden, en consecuencia, responder a muchas preguntas. Por ejemplo, centrándonos en el nuevo superpolígono, lejos muy lejos, hacia dónde nace el sol, es decir cerca de Algodor (Provincia de Madrid), ¿se ha hecho un estudio económico del impacto en la ciudad y en su área de influencia? ¿Cómo va a afectar al resto del tejido económico de la ciudad? Algunos políticos contestarán que el impacto será positivo. Es posible, pero se necesitan estudios prospectivos para asegurarlo con rigor, más allá del populismo reiterativo. Y desde el punto de vista medioambiental, ¿qué supone realmente el impacto de este macro polígono en el conjunto de la ciudad y para el río en concreto?
Existen numerosos estudios, especialmente en Francia, sobre los efectos, muy a menudo nefastos, que han ocasionado este tipo de instalaciones en diferentes sectores: paisajismo, medioambiente, economía local, etc.
La construcción de este Polígono Industrial, tendrá un impacto real sobre su entorno geográfico y sería conveniente que los ciudadanos pudieran conocerlo.
A menudo se tiene la sensación de que se actúa en los barrios y en el conjunto de la ciudad de forma descoordinada, que las decisiones se toman de forma aislada, sin que exista relación entre el conjunto de los proyectos y sin que se tengan estudiadas y meditadas las consecuencias. Esta forma de actuar ha determinado en algunas ocasiones el declive a medio plazo de alguna ciudad, aunque en algún momento la euforia voluntarista quisiera demostrar lo contrario.
Pero queremos creer que este no es el caso de nuestra ciudad y que existen los estudios pertinentes que demuestran la necesidad objetiva de la realización efectiva de los proyectos como ocurre con el nuevo hospital, cuya razón de ser se justifica en si misma por la necesaria mejora continua de la salud de los ciudadanos, aunque también aparecen preguntas en cuanto al lugar de su ubicación. Queremos creer que estos proyectos obedecen a un auténtico Plan de Ciudad muy meditado. ¿O no es así?
lunes, 17 de agosto de 2009
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