Homo Sapiens es el resultado de la evolución humana: su adaptación evolutiva se basa en la postura erguida que le ha permitido desarrollar el cerebro. Este le permite, más que a cualquier especie existente que se sepa, comprender el entorno y adaptarlo para su beneficio. El desarrollo del cerebro le permite tener conciencia del tiempo, cosa que no le ocurre, que se sepa, a otras especies.
Así Homo Sapiens es consciente de tres fases del tiempo: el pasado, el presente y el futuro.
Tras la revolución neolítica empezó la "historia", esa fase de la evolución en la que Homo Sapiens es capaz de transformar la naturaleza.
Pero la "historia" significa también esa fase en la que las funciones entre los miembros de la comunidad se especializan y aparecen los que viven "liberados" del trabajo físico para "organizar" la vida social. Los trabajadores deben producir el suficiente excedente para "retribuir" a los rectores, gobernadores, reyes, sacerdotes que "ordenan" la convivencia.
Durante la mayor parte de la historia se justifica esta "explotación" planteando que la sociedad avanzará hacia modelos míticos y legendarios que se muestran como modelos que hay que reconstruir: mitos, leyendas y religión justifican las penurias en las que vive la mayoría. Estos encontrarán el premio a su sumisión en el futuro que se sitúa más allá de la vida, en el paraíso.
Este tipo de sociedad corresponde a un modelo económico feudal que es el que más tiempo ha ocupado la historia. El premio será "dejar este valle de lágrimas" y acceder al cielo. Los modelos a seguir están en el pasado: dioses, héroes, mitos, leyendas...
Sin embargo, durante un breve periodo de la historia se abrieron paso ciertos pensamientos que opinaban que el conjunto de la humanidad podía vivir mejor en un futuro en la tierra. Es el breve periodo histórico que nace en el Renacimiento y termina en estos tiempos en el que un futuro mejor en la tierra era concebible: utopias, ilustración, revolución burguesa, anarquismo, socialismo, comunismo. El devenir histórico y el progreso llevarían al hombre a la emancipación y a la libertad en una sociedad igualitaria y culta.
Pero, caído el muro de Berlín y fracasado el "socialismo real", ya no aparecen alternativas para un futuro mejor. No es tiempo de volver a cuentos sobre un pasado mejor y mitológico, es sólo el tiempo de la incertidumbre, del sálvese quien pueda; es tiempo de que los excedentes vuelvan a distribuirse como en la mayor parte de la historia: poco, lo justo para que siga funcionando la maquinaria, para la gran mayoría, mucho para los dueños que dominan la cima de la humanidad. Es el tiempo del presente, el tiempo en que las "luces" han muerto. Es el tiempo de volver a una sociedad propiamente humana, aquella que comprende el Homo Sapiens fácilmente, en la que se distinguen a simple vista el rico del podre, y en la que no queda ni rastro de las clases medias. Es la ideología del presente, la tradicional, en la que uno s pocos explotan a muchos para sacar provecho de la naturaleza.
domingo, 28 de octubre de 2012
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